miércoles, 19 de diciembre de 2012

Las opciones de Bashar Al-Assad


Turquía ha hecho una nueva propuesta a Rusia para una transición ordenada y pacífica en Siria que contempla la dimisión del presidente Bashar Al-Assad en los tres primeros meses de 2013 y al proceso de transición lo llevará a cabo la opositora Coalición Nacional, que fue reconocida como el único representante de Siria por los Estados árabes y los occidentales la semana pasada; el plan fue discutido durante la reunión del presidente ruso, Vladimir Putin, con el Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan en Estambul el pasado 3 de diciembre y Putin lo consideró como una "fórmula creativa".

Erdogan y Putin charlaron sobre Siria. Moscú ha dicho que los líderes rusos no eran "defensores empedernidos" del actual régimen sirio y Ankara, que ha mantenido un bajo perfil sobre la nueva propuesta, está tratando de privar a Al-Assad del apoyo ruso e iraní. Es probable que el plan sea rechazado por Al-Assad, pero podría cambiar el curso del conflicto gracias al apoyo de la comunidad internacional y EE.UU., Egipto, Qatar, Rusia junto a la ONU han estado debatiendo la propuesta de Ankara en los últimos 10 días; durante la visita a Turquía del 7 de diciembre, Ban Ki-moon dijo que ha "tomado nota" de la Cumbre de Estambul y que esperaba que las nuevas estrategias sean coordinadas con el enviado especial, Lakhdar Brahimi.

Por su parte, Irán ha detallado un plan de seis puntos que contempla el cese inmediato de la violencia y las acciones armadas bajo la supervisión de ONU; la propuesta de Teherán también contempla la liberación de los presos políticos por parte del gobierno y el juicio imparcial de los encarcelados por su participación en delitos. También se creación de u comité para evaluar el daño resultante del conflicto a la infraestructura del país Siria, además del cese de la actual campaña de desinformación contra Siria.

La propuesta, cuyos detalles fueron publicados el pasado domingo por el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, fue anunciada originalmente el 14 de octubre, cuando el ministro de Relaciones Exteriores Ali Akbar Salehi recibió la visita del enviado Brahimi. Teherán sostiene que el siguiente paso es "el levantamiento de las sanciones contra Siria para allanar el camino para la distribución de la ayuda humanitaria y una vez que se restablezca la calma, el diálogo nacional debe comenzar, un gobierno de transición se encargará de la organización de elecciones libres para el parlamento, la asamblea constituyente y la presidencia.

Sin embargo, los grupos de la oposición siria han rechazado cualquier implicación de Irán en la búsqueda de una solución, opinión que es compartida por algunos países occidentales y árabes que sostienen que Teherán está desacreditado por su inquebrantable apoyo a Al-Assad.

Que EE.UU. haya reconocido a la Coalición Nacional para la Revolución Siria y las Fuerzas de Oposición como el legítimo representante del pueblo sirio mientras que designó a Jabhat Al-Nusra como grupo terrorista -aunque conduce el esfuerzo bélico en Siria- surge como una acción política concreta después de meses de vacilación y aunque pretende transmitir un mensaje de apoyo a los sectores relativamente moderados dentro de la oposición siria, per en realidad solo quiere excluir a los extremistas sunitas. EE.UU. no puede ejercer una amplia influencia, en parte porque llega tarde al conflicto sirio y porque la oposición no desea una guerra civil religiosa que lleve al país a un caos mayor.

Si el país entra en un espiral de violencia sectaria, Jabhat Al-Nusra no sostendría su actual posición de liderazgo devenida de los triunfos en el campo militar y de los servicios que presta en las zonas liberadas; la oposición siria necesita afinar sus políticas si se trata de competir con eficacia contra los rebeldes islámicos. Una de las claves para afianzar la influencia de la oposición radica en la administración civil de las zonas liberadas: existen una serie de necesidades, que van desde la capacidad de proporcionar alimento y refugio, recoger la basura, abrir las escuelas, restaurar la ley y el orden que demanda la sociedad para lo que son necesarios fondos.

Es en este punto donde EE.UU. puede inclinar la balanza a favor de los moderados ya que la asistencia humanitaria deberá fluir en algún momento debido a la virtual situación de quebranto del Estado sirio y a la deficiencia de muchos sectores sociales para acceder a los alimentos; esta ayuda no solo deberán ser donaciones sino que también deberá incluir asesores para la administración civil y la construcción de una ingeniería constitucional que permita la adopción de diferentes enfoques. La cuestión de la asistencia militar sigue siendo una opción abierta ya que se necesita asegurar los arsenales químicos y contrarrestar el poderío aéreo del régimen sirio.

Avanzando pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, los rebeldes ahora tratan de mantener las dos grandes cadenas montañosas de Jebel Akrad y Jebel Turkman que conforman la mayor parte del norte de la provincia de Latakia; la mayoría de las familias alawitas huyeron a Latakia, Tartus o a la cercana “Montaña alawita” Al-Qardaha, que también es el hogar de Bashar Al-Assad. Pero incluso ahora ellos están en la mira de los rebeldes, ya que la ciudad de Salma -a menos de dos kilómetros- son claramente visibles los ataques aéreos para frenar a los rebeldes; sin embargo no han sido capaces de detenerlos y por lo pronto, parece que el presidente Al-Assad se está quedando sin rutas de escapes.

A medida que el conflicto sirio llega a un punto crucial con la derrota del régimen en las principales ciudades, las fuerzas gubernamentales cometen masacre tras masacre de habitantes "desleales" mientras que el aumento de los extremistas yihadistas también aportan su propia brutalidad generando más caos. No hay casi ninguna oportunidad que el presidente Al-Assad pueda sobrevivir, incluso los rusos ya lo han admitido públicamente; tal vez la resurrección del Estado alawita de la década de 1920-30 parecía una opción muy plausible desde el comienzo del conflicto pero la lógica sectaria de los combates junto a las masacres ponen en duda esta salida.

Si el conflicto continúa degenerando cada vez más profunda en una carnicería, la idea podría ser vendida a Occidente como la única manera de evitar un escenario similar al de los Balcanes y salvar así a la comunidad alawita de matanzas por venganzas; esta solución podría preservar la base militar de Rusia en Tartous y otros intereses rusos en el país. Todavía hay una mayoría sunita en Latakia, que seguramente sería la capital de facto de un mini-estado y esta realidad demográfica fue una de las razones clave por las que, a diferencia de Líbano, el mini-Estado alawita no fue capaz de lograr la independencia bajo el mandato francés, y se reincorporó a Siria en 1930.


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