lunes, 14 de noviembre de 2011

La Liga Árabe decidió suspender Siria e imponerle sanciones



El rey Abdullah, de Jordania, instó al presidente de Siria, Bashar Al-Assad, a dimitir y se convirtió así en el primer líder árabe en pedirle su renuncia; el rey Abdullah sostuvo en comentarios transmitidos por la BBC, que si estuviese en los zapatos de Al-Assad renunciaría y dejaría el cargo al que viene detrás con la capacidad de cambiar el status quo.

La resolución de la Liga Árabe ganó elogios y críticas por parte de la comunidad internacional. William Hague, Ministro de Relaciones Exteriores británico, dijo que apoyaba la suspensión, pero su homólogo ruso, Sergei Lavrov, condenó, diciendo que la medida era "incorrecta"; el canciller francés, Alain Juppé, dijo que era hora de ver una mayor protección para los civiles de Siria e instó al Consejo de Seguridad de la ONU a adoptar una postura.

China, instó a Siria a poner en práctica el plan de la Liga Árabe. El portavoz de la cancillería china, Liu Weimin, señaló que lo urgente ahora es poner en práctica la iniciativa de la Liga Árabe de manera adecuada y con seriedad; Beijín instó a todas las partes implicadas a cesar la violencia, a lanzar un proceso político inclusivo y equilibrado y hacer esfuerzos incansables para darse cuenta de la iniciativa de la Liga Árabe.

Ekmeleddin Ihsanoglu, Secretario General de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) le ha pedido al gobierno sirio que ponga fin a la violencia contra la población civil. Ihsanoglu también condenó los ataques a las embajadas de Arabia Saudita, Qatar, Turquía -y otras embajadas extranjeras en Siria- luego que el pasado fin de semana, cientos de partidarios del gobierno sirio atacaron las oficinas diplomáticas, en especial la de Turquía, después que la Liga Árabe votó a favor de suspender a Siria e imponerle sanciones al régimen sirio por su fracaso para ponerle fin a la represión de los manifestantes.

La OCI también dio la bienvenida a los esfuerzos desplegados por la Liga Árabes para contener la crisis desentrañar en Siria. Ihsanoglu expresó su disposición a apoyar todos los esfuerzos que busquen una solución pacífica a la crisis con el fin de garantizar la seguridad y la estabilidad de Siria, así como responder a las demandas legítimas del pueblo sirio.


Walid Al-Muallem, Ministro de Relaciones Exteriores de Siria, condenó la amenaza de la Liga Árabe de suspender al país por la represión de las protestas y calificó a la acción de "ilegal" y un "paso peligroso". Al-Muallem también criticó las relaciones del bloque regional sede en El Cairo con Washington, llamando a los EE.UU. un "miembro no oficial" de la Liga.


Al-Muallem añadió que confiaba que Rusia y China, que han rechazado las peticiones para endurecer la acción internacional contra Damasco, no cambiarían su postura sobre Siria en el Consejo de Seguridad de ONU. Al-Muallem consideró que Siria no estaba preocupada por la posibilidad de la intervención militar extranjera, debido a la oposición de China y Rusia, y el hecho que la Unión Europea todavía estaba pagando por la campaña aérea de la OTAN en Libia; además señaló que Siria no es Libia y que el escenario libio no se repetirá por lo que el pueblo sirio no debía preocuparse.

La decisión de la Liga Árabe de suspender Siria e imponerle sanciones después de casi ocho meses de disturbios animará a otros actores a tomar medidas más duras contra Damasco, aunque es poco probable que se deriven en una intervención militar occidental o de una coalición ad hoc. A diferencia del llamado de la Liga Árabe, en marzo, para la creación de una zona de exclusión aérea sobre Libia que sentó las bases para la acción de la OTAN que ayudaron a derrocar a Gaddafi, las medidas no incluyen una petición para el uso de la fuerza.

Por el contrario, Sheikh Hamad bin Jassim -Primer Ministro de Qatar- al anunciar el paquete de sanciones –que incluyen además de la suspensión de la Liga, sanciones políticas, económicas y un llamado al Ejército para detener las operaciones- fue categórico al indicar que no se quería la intervención extranjera; esta afirmación dejaría fuera de la ecuación la posibilidad de armar a la oposición o el establecimiento de una zona de exclusión aérea.

Sin lugar a dudas, el anuncio de estas medidas marca el inicio de un nuevo escenario, donde ahora el régimen sirio ya no tiene el apoyo árabe ni musulmán para sostener las operaciones de represión; por otra parte el aumento de la presión internacional y la creciente condena político-económica sobre Siria adicionará mayores dificultades a los aliados de Damasco al momento de justificar sus decisiones en apoyo al régimen de Al-Assad.

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