martes, 15 de julio de 2014

El enemigo de mi enemigo es mi amigo (no siempre)


El presidente de Siria, Bashar Al-Assad, será juramentado mañana para un nuevo mandato de 7 años, según una fuente cercana al gobierno. El presidente Al-Assad será juramentado ante un gran número de figuras y dará un discurso de inauguración en el que se esbozarán los planes para su nuevo mandato de 7 años –consignó la misma fuente- y, por razones de seguridad, la ubicación de la ceremonia que en un principio se había programado para el jueves aún no se ha revelado.

El viceministro de Relaciones Exteriores de Siria, Faisal Meqdad, dijo que "muchos países" ahora estaban buscando la cooperación de seguridad con Damasco, pero que las cuestiones de seguridad no podían separarse de la cooperación política. El funcionario sirio rechazó las sugerencias de que Al-Assad está en connivencia con el Estado Islámico de Iraq y Al-Sham (ISIS). Los opositores de Al-Assad lo acusan de tolerar al grupo o de tácitamente cooperar con el mismo para fomentar los enfrentamientos entre los grupos rebeldes rivales y presentarse a sí mismo como un baluarte secular contra Al-Qaeda y el fanatismo yihadista.

Meqdad sugirió que varios países europeos, incluyendo Gran Bretaña, fueron cambiando de opinión acerca de Siria y "En lo profundo de sus corazones saben que lo que hicieron es un grave crimen contra el pueblo de Siria. Pensando que el régimen caería en pocas semanas en 2011, ha dado lugar al florecimiento del terrorismo dentro de Siria y a una amenaza para la seguridad de los países europeos en sí mismos. Ellos han comenzado a comprender que lo que está sucediendo en Siria no es una revolución, sino una amenaza para Europa”. Mekdad atacó Arabia Saudita, Qatar y Turquía por apoyar a los rebeldes y sugirió que la posición de Siria en el mundo árabe estaba mejorando, con signos de creciente apoyo de Egipto donde el presidente Abdel Fatah Al-Sisi comparte la hostilidad de Al-Assad a los Hermanos Musulmanes. 

Dentro de las declaraciones de Meqdad hay elementos que no son del todo exactos, como por ejemplo que Bashar Al-Assad está librando una guerra contra el yihadismo. En realidad es Irán, y más específicamente Hezbollah, quién está conteniendo a los elementos sunita-yihadistas en Medio Oriente, situación que comienza a reacomodar el mapa geopolítico regional.

El primer grupo de combatientes de Hezbollah enviados a Siria pertenecían a la elite del grupo libanés y muchos de esos comandantes y combatientes que llegaron en primera instancia, fueron también las bajas más importantes de Hezbollah en la guerra civil en Siria, que le está costando a los chiitas algunos de sus hombres más experimentados. Sin embargo, los esfuerzos en silencio son una forma de compensar las pérdidas: Hezbollah ha aumentado su reclutamiento dentro de Siria, de acuerdo con los combatientes y clérigos chiitas, y los reclutas reciben capacitación de Hezbollah -tanto en Siria e Irán- y muchos son inicialmente asignados a ayudar a las zonas recientemente capturadas a los rebeldes. También han servido para llenar el vacío creado por el envío de chiitas libaneses a Irak; por su parte, Irán está desplegando chiitas de Afganistán en otros lugares de Siria, y algunos de estos afganos fueron vistos recientemente con uniforme militar orando en el santuario de Seyda Zeinab.

Se espera que el presidente Bashar Al-Assad, en su toma de posesión, tenga una imagen de "vencedor", para ganarse el apoyo de los sirios temerosos de los yihadistas. Al-Assad, quien fue electo presidente nuevamente por una elección que la oposición y Occidente calificó de "farsa", ahora tratará de convencerlos que su gobierno es un baluarte contra el ISIS y cuanto grupo yihadista opere en Siria e Irak. Pero la situación no es tan lineal como se la pretende plantear desde Damasco.

Un artículo publicado bajo el título de "Cómo Arabia Saudita ayudó al ISIS a apoderarse del norte de Irak", se sugiere que Arabia Saudita, en su afán fanático por oponerse a los chiitas, ha jugado un papel central en la expansión del ISIS en las áreas sunitas de Irak y Siria. El rol que tuvo el príncipe Bandar bin Sultan -como Secretario General del Consejo de Seguridad Nacional de Arabia Saudita desde 2005 y Jefe de la Inteligencia General entre 2012 y 2014- fue crucial para que los grupos yihadistas, que operaban contra Al-Assad, recibiesen la financiación de “los donantes privados de Arabia Saudí y Qatar”, mientras las autoridades hacían la vista gorda.

Por otra parte, no hay duda de que el ISIS es un actor malo, pero la posibilidad que el ISIS tome o amenace seriamente a Bagdad o Damasco es cero; las tribus sunitas, el partido Baa’th y las fuerzas del presidente Bashar Al-Assad y del PM Nuri Al-Maliki lo aplastaría antes de pensarlo. La forma más sencilla de resolver la guerra civil de Irak-Siria es a través de un acuerdo entre Arabia Saudita e Irán. Aunque Arabia Saudita apoya ampliamente el lado sunita en la guerra de poder regional en todo Irak, Siria, Líbano, el Golfo Pérsico y en el sur de Asia; y mientras que Irán apoya el lado chiita, ninguna de las partes tolera ya tanto a Al-Qaeda como al ISIS. Riad y Teherán están preocupados por el aumento del ISIS y ese es el terreno común para que los dos Estados puedan establecer una distensión y traten de resolver las guerras civiles. 


1 comentario:

sergio elizondo dijo...

Que se lo aguanten por lo menos unos siete años mas aunque algunos les duela. Al terminar los siete años lo volveran a reelegir y asi hasta que se congelen los infiernos.