lunes, 27 de enero de 2014

La (des) ilusión de Ginebra 2



La oposición siria dijo que la propuesta del gobierno en Homs, epicentro del sentimiento anti Al-Assad, no sustituía el permiso para que los convoyes de ayuda internacional entrasen a Homs tal como lo han propuesto los mediadores de ONU; pero funcionarios sirios sostienen que Homs es un tema menor y dijeron que estaban haciendo todo lo posible para ayudar a la gente en todo el país, una afirmación fuertemente disputado por las organizaciones de ayuda de ONU. Las idas y vueltas sobre los convoyes para Homs ponen en riesgo los frágiles logros de que la coalición opositora dice que está logrando en la Conferencia; sus funcionarios dicen que el mero hecho de sentarse con el gobierno ha aumentado su credibilidad entre los sirios que durante mucho tiempo los han criticado por su desconexión con los combatientes y los civiles sobre el terreno.

El gobierno sirio anunció que permitiría a las mujeres y los niños que abandonen parte vieja de Homs, donde alrededor de 2.500 personas se enfrentan a condiciones infrahumanas después de estar rodeados por las tropas del gobierno durante casi dos años. Edgar Vásquez, portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., señaló que a "Los civiles se les debe permitir entrar y salir libremente, la gente de Homs no deben ser forzada a abandonar sus hogares y separarse de sus familias antes de recibir alimentos tan necesaria y otro tipo de ayuda (…) La táctica del gobierno sirio es arrodillarse o morirse de hambre"; estos conceptos son compartidos por los dirigentes de la oposición siria y dejaron en claro que la rendición no es el propósito de su participación en las conversaciones de Ginebra 2.

Retomando el tema que más divide a las dos partes, en el tercer día de las conversaciones cara a cara, los representantes del presidente Al-Assad y la principal coalición de la oposición discutirán la formación de un órgano de gobierno de transición con plenos poderes ejecutivos, según informó el portavoz de la oposición, Monzer Akbik; los opositores y rebeldes han descartado el papel de Al-Assad en el futuro de Siria, mientras que él se ha negado a hacerse a un lado. El mediador de ONU, Lakhdar Brahimi, ha reconocido que las partes tienen diferentes interpretaciones sobre el futuro del presidente Al-Assad en una transición política; el acuerdo de Ginebra 2 -sobre el que se basan las actuales conversaciones- estipula que cualquier cuerpo de gobierno debe ser formado "por consentimiento mutuo" algo que será virtualmente imposible en el actual contexto.

El destino de Homs se ha convertido en una prueba sobre si las primeras conversaciones de paz pueden lograr medidas prácticas sobre el terreno, mientras que un arreglo político amplio parece tan remoto como siempre. Que el propio Brahimi haya reconocido el lento comienzo con el que se inició con la conferencia de paz es una señal de los escollos futuros; por otra parte el mediador señaló que "Esta es una negociación política (...) Nuestra negociación no está principalmente enfocada para discutir las cuestiones humanitarias (…) Pero creo que todos nos sentimos que no se puede iniciar una negociación sobre Siria sin tener alguna discusión sobre la situación humanitaria muy, muy mala que existe”. 

Walid Muallem, Ministro de Relaciones Exteriores y Vice Primer Ministro sirio, dijo que su propuesta para ponerle fin a las operaciones militares en Aleppo era una respuesta directa a una apelación del Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, quien solicitó un "localizado de alto el fuego" en Aleppo; según el funcionario sirio con su iniciativa "Queremos ver hasta qué punto esta oposición está relacionado con el grupo armado en Aleppo (…)Presenté un plan para poner fin a la operación militar y de seguridad en la ciudad de Aleppo, y todavía espero la respuesta de la parte estadounidense."

Pero la fragmentación y posterior radicalización de las principales fuerzas rebeldes, que además carecen de un liderazgo político definido, son la mayor debilidad de la oposición. Las luchas internas entre las milicias nacionalistas y yihadistas por el control de las zonas liberadas se suma a la perspectiva de caos de los grupos rebeldes proyectan con sus abusos generalizados contra los DDHH. Este contexto hace que la oposición sea superada, no solo por el poder oficial, sino que por los propios rebeldes.

Entender por qué el régimen sirio sobrevive todavía, luego de casi tres años de enfrentamientos, es fundamental para medir el resultado de las conversaciones de Ginebra 2. La resistencia del régimen se basa, ante todo, en el ejército sirio. Sin su lealtad, Al-Assad probablemente habría caído tan rápidamente como lo hicieron el presidente de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali o el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, en 2011. Pero mientras que muchos soldados y oficiales se unieron a la rebelión, la mayoría lo hicieron como individuos; pocas unidades enteras desertaron y divisiones enteras hicieron. Estructuralmente, el ejército sirio sigue unido y fue capaz de reponer sus filas a través del reclutamiento intensivo entre la minoría alawita. 

Los mismos factores les permitieron a los militares expandir sus capacidades a través de los Comités Populares –grupos locales paramilitares- a menudo llamados shabiha. También ha sido crítico el apoyo de Hezbollah en las batallas cruciales, ya que el liderazgo de la resistencia chiita depende del mantenimiento de las líneas de reabastecimiento que el régimen de los Al-Assad ha proporcionado durante mucho tiempo desde Irán a Líbano.

Las negociaciones de paz comenzaron en Montreux, Suiza, con intercambios agresivos y una incomprensión fundamental de los términos de las conversaciones: EE.UU. sostuvo que las conversaciones parten de la premisa que el presidente Bashar Al-Assad debe ser abandonar del poder, el gobierno sirio sostiene que los opositores están perdiendo y que por ende no tiene ningún sustento la demanda de una dimisión –de hecho invitó a la oposición a participar en las elecciones nacionales- mientras que los grupos de la oposición tratan de ganarse su lugar en la mesa de negociaciones. El único punto en común hasta el momento es que ambas partes no han llegado a un acuerdo sobre el marco de las conversaciones y solo se tratan temas aislados pero no el fondo de la cuestión; mientras Al-Assad gane en el frente de combate, a la oposición solo le queda participar -con el apoyo de EE.UU.- para buscar una salida frente a los reveces militares y a los grupos yihadistas.

La conferencia de Ginebra 2 hasta el momento no ha producido resultados concretos, como medidas tempranas de creación de confianza para facilitar la asistencia y el intercambio de prisioneros y secuestrados, por lo que resulta poco probable que se llegue a un entendimiento entre las partes antes del 31 de enero. El abismo que separaba al gobierno y oposición se ha incrementado en vez de reducirse.

Días antes de que las conversaciones estaban programadas, el ministro de Reconciliación Nacional de Siria, Ali Haidar, dijo: "No esperen nada de Ginebra I, ni Ginebra II, ni de Ginebra III ni Ginebra X va a resolver la crisis siria. La solución ha comenzado y continuará a través de la triunfo militar del Estado (…) Incluso si se llega a algún tipo de acuerdo político, será prácticamente imposible de implementar en el suelo, ya que las conversaciones son irrelevantes para la mayoría de las fuerzas de combate”.


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