Los jefes de las iglesias de Oriente expresaron su indignación hoy sobre el desplazamiento de los cristianos en el Norte de Irak, apelando a la comunidad internacional y los países árabes e islámicos, en particular, para que tomen medidas rápidas para detener el ataque a manos de grupos yihadistas. El llamado de los patriarcas se produjo al final de una reunión, celebrada en la sede de verano de la Iglesia Maronita en Diman -Norte de Líbano- ensombrecida por un nuevo éxodo de cristianos iraquíes que huyen de los ataques del grupo yihadista Estado Islámico en Irak y Al-Sham (ISIS).
Los patriarcas señalaron en un comunicado que "Los cristianos en los países de Oriente Medio sufren de dura persecución, son expulsado de sus hogares y tierras por parte de extremistas Takfiris en medio de silencio total internacional (…)”; en una clara alusión a Francia, que se ofreció a conceder asilo a los cristianos iraquíes que huyen de Mosul, los patriarcas advirtieron que "la situación (en Irak) está aún más en peligro por los países europeos que alentaron la inmigración de los cristianos bajo el pretexto de protegerlos de la muerte y el terrorismo (…) Es el deber de los organismos internacionales detener el cambio demográfico forzado en la región (…) El desalojo de los cristianos de Mosul y las aldeas circundantes en las llanuras de Nínive es una acción odiosa que equivale a una discriminación racial, que es rechazada por la comunidad internacional y prohibido por el derecho internacional."
Una de las últimas embestidas del ISIS sobre el Norte de Irak y el Kurdistán autónomo, posibilitó la toma de Qaraqosh y otras ciudades después de la retirada de las tropas Peshmerga kurdos, que fueron sobrepasados por los varios frentes en que deben operar. José Tomás, el arzobispo católico caldeo de Kirkuk y Sulaimaniya, dijo "Qaraqosh, Tal Kayf, Bartella y Karamlesh han sido vaciados de su población original y ahora están bajo el control de los militantes"; Qaraqosh era enteramente cristiana y Tal Kayf era el hogar de una comunidad cristiana significativa, así como miembros de la minoría chiita Shabak, que también debió huir de la zona.
Árabes cristianos y las comunidades étnicas asirias y armenias, que son abrumadoras componen de los cristianos, en Líbano y Siria han estado en el punto de mira. Desde Homs y Maaloula a Kessab, los cristianos sirios han estado bajo sitio, varios consejos o sínodos eclesiásticos han expresado su preocupación como el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I, el Papa Francisco, el patriarca ortodoxo ruso de Moscú Cirilo (Kirill) I, el patriarca Católico Apostólica de Armenia Aram I, el Patriarcado Católico Maronita griega en Líbano, jerosolimitano griega el arzobispo ortodoxo Theodosios (Attallah) Hanna de Sebastia, el Consejo Mundial de Iglesias y varios organismos interreligiosos. Otros dentro de Siria, como el Arzobispo Católico Maronita Griego de Damasco Samir Nassar, Patriarca Melquita Católico Griego, Gregorio III Laham, Patriarca Griego Ortodoxo de Antioquía Ignacio IV, y Patriarca Siríaco Ortodoxo, Ignacio Zakka I Iwas, han condenado la violencia. Líderes de otras religiones en Siria como el Sheikh druso Al-Aql Hamoud Hennawi, el Gran Muftí sunita Ahmed Badreddin y Ashari mam Mohammed Said Ramadán, se han unido a los líderes cristianos en sus llamados a la paz. Estos líderes han arriesgado sus vidas y las vidas de sus seres queridos al tomar estas posiciones: el Sheikh Ramadán, que además es kurdo, fue asesinado mientras enseñaba en una mezquita por su respaldo del gobierno sirio el 21 de marzo de 2013; al Patriarca Ignacio IV le secuestraron a su hermano en Aleppo y al Gran Muftí Hassoun le asesinaron su hijo camino a la universidad en Idlib.
El “Informe Internacional de Libertad Religiosa de 2013”, publicado por la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado de EE.UU., declaró que el año pasado "el mundo fue testigo del mayor desplazamiento de las comunidades religiosas en la historia reciente (…) En Siria, como en gran parte de Oriente Medio, la presencia cristiana se está convirtiendo en una sombra de lo que fue. Después de tres años de guerra civil, cientos de miles de personas huyeron del país desesperados por escapar de la continua violencia (…) En la ciudad de Homs, el número de cristianos se redujo a tan sólo 1000, de aproximadamente unos 160.000 antes del conflicto."
Con el uso de un hashtag, #WeAreN, los usuarios de las redes sociales han comenzado una campaña para reclamar por la situación de los cristianos en Mosul y en otras partes del Medio Oriente. La letra árabe “nun” está siendo pintada en las propiedades de los cristianos en Mosul, por los radicales del ISIS, que ya han exigido a estos cristianos que se convirtieran al Islam, a pagar un impuesto o serían ejecutados. La campaña ha comenzado solicitándole apoyo al sitio web de la Casa Blanca para pedirle al gobierno de Obama que intervenga y ayudar a los cristianos de Mosul; se necesitan 100.000 firmas para enviar una petición formal para que la Casa Blanca actúe, pero incluso con ese número de firmas no se garantiza una respuesta positiva.
En la transferencia de poder de Belén de Israel a la Autoridad Palestina antes de la Navidad de 1995, ya se hablaba de la disminución de la presencia cristiana de Belén. Hasta unos pocos años antes, en el lugar la presencia cristiana era del 80%, pero hoy en día es menos de 1/3 y por primera vez en casi dos milenios, la ciudad más identificable cristiana en la tierra ha perdido su mayoría cristiana. Los mismos cambios han tenido lugar en otros dos pueblos cristianos: Nazaret y Jerusalén. En Nazaret, los cristianos pasaron del 60% de la población en 1946 a 40% en 1983: y los cristianos de Jerusalén en 1922 eran apenas más numerosos musulmanes -15.000 frente a 13.000-mientras que solo representan el 2% de la población.
Una serie de situaciones son, por lo menos, sospechosas. Los cristianos egipcios fueron atacados al mismo tiempo que el referéndum de Sudán del Sur suponía que iba a señalar una división entre los musulmanes en Jartum y los cristianos y animistas en Juba; los cristianos de Irak -una de las comunidades más antiguas del mundo- comenzaron un éxodo desde 2003 por la invasión norteamericana y la posterior guerra sunita-chiita que formó enclaves sectarios; los cristianos sirios han sido desplazados al igual que sus pares libaneses por los yihadistas sunitas.
Aunque muchos impulsores de la guerra de Irak han afirmado que el mantenimiento de las tropas estadounidenses no habría evitado esta atrocidad, más de un millón de cristianos abandonaron Irak en la década de ocupación norteamericana por las campañas en su contra de grupos islamistas. La invasión de EE.UU., no solo que no benefició a los cristianos en sino que permitió que en 2007, los yihadistas se trasladasen a el barrio cristiano de Dora –en Bagdad- e hiciesen lo mismo que están haciendo ahora en Mosul. Aún con 100.000 soldados norteamericanos en el terreno los cristianos nunca pudieron regresar.
En Medio Oriente, los cristianos ahora constituyen el 5% de la población, frente al 20% a principios del siglo XX. El número de cristianos de Oriente Medio está disminuyendo por múltiples factores -tasas de natalidad bajas, emigración, persecución religiosa, etc.- que llevan a estimar que al ritmo actual, los 12 millones de cristianos de Oriente Medio probablemente se reducirán a 6 millones para el año 2020.
¿Les comenzará a suceder lo mismo a los cristianos que a los palestinos? Paradójicamente hay más palestinos en Chile –unos 400.000- que en Bait Jala, Cisjordania, la ciudad donde se encuentra la antigua iglesia de San Nicolás, donde se cree que nació la costumbre de Santa Claus.