EE.UU. y Rusia han anunciado que van a tratar de convocar una conferencia internacional sobre Siria, antes de finales de este mes, con base en el acuerdo de Ginebra de junio de 2012, que prevé un alto el fuego y negociaciones entre el régimen sirio y los grupos de la oposición, lo que llevaría a la formación de un órgano de gobierno de transición. Para lograr esto, Washington y Moscú "alentarán" a las partes para que vayan a la mesa de negociaciones y que junto a sus aliados y socios regionales trabajen por una solución política a la crisis siria; pero ni el régimen ni sus opositores están dispuestos a caminar a la mesa de negociaciones: tendrán que ser arrastrado a la misma y los diferentes grupos de interés de la región -Irán, por un lado, Arabia Saudita, Turquía y Qatar por el otro- deberán ser persuadidos que una solución negociada es preferible a un militar, inclusive Israel.
Al anunciar la nueva alianza, los diplomáticos de EE.UU. y Rusia abandonaron el destino al azar de Al-Assad, el acuerdo sugiere que el apoyo ruso para Al-Assad se ha suavizado desde la aparición de nuevas pruebas que su gobierno probablemente ha utilizado armas químicas en pequeña escala. La propuesta diplomática coincide con una "obligación moral" de EE.UU. para actuar en Siria –hecha por el presidente Obama- y es por ello que su gobierno considera nuevas formas de ayudar a las fuerzas rebeldes que buscan derrocar al régimen en Damasco. Obama ha apoyado a los rebeldes y a los refugiados con asistencia humanitaria, pero ahora se analiza la posibilidad de intensificar la participación de los EE.UU. mediante el envío de la ayuda letal, un paso que podría evitarse si la nueva iniciativa diplomática entre EEUU y Rusia muestra progresos.
Tanto los líderes de la oposición política como de la armada de Siria se mostraron escépticos sobre el plan de los EE.UU. y Rusia, concretamente les preocupa que la conferencia de paz sea cubierta por una iniciativa diplomática para presionarlos a aceptar al propio Al-Assad o funcionarios de su círculo íntimo como líderes en un futuro gobierno de transición. En el pasado, EE.UU. han apoyado demandas de la oposición sobre la exclusión de Al-Assad de cualquier futuro gobierno, mientras que Rusia ha dicho que los sirios deben decidir ese punto en las conversaciones, una fórmula de la oposición cree que se podría utilizar para mantener Al-Assad en el poder. Adicionalmente, miembros de la oposición dijeron que estaban preocupados por los comentarios de Kerry en Moscú –sobre que la decisión de quién tomará parte en un gobierno de transición se deberá dejar a los sirios- por temor a que Washington abandone su insistencia a que Al-Assad renuncie al poder.
Existe también la percepción que el presidente Obama se ha retractado de su propia línea roja -trazada a partir del uso de armas químicas- y que al dar marcha atrás, el presidente norteamericano indujo a Israel a insistir nuevamente en que sus propias líneas rojas –respecto de las transferencias de armas iraníes a Hezbollah- demostrando también la preocupación israelí por el cambio en el equilibrio estratégico de poder entre Israel y Hezbollah, por un lado, y la relación del presidente sirio con Hezbollah, por el otro, luego que los chiitas libaneses han apuntalado las fuerzas estatales en varias zonas calientes incluyendo la defensa de Damasco.
El ataque de Israel podría afectar los cálculos iraníes. En enero pasado, Ali Akbar Velayati, un alto asesor de Ali Khamenei y un posible candidato presidencial en las elecciones 14 de junio, advirtió que un ataque contra Siria sería considerado como un ataque contra el propio Irán. Comentarios del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, destacaron la creciente naturaleza sectaria del conflicto sirio y advirtió que la reciente profanación por rebeldes sunitas del mausoleo de Hujr Ibn Adi -compañero cercano del profeta Mahoma, cercana a la del Imam Ali, venerado por los chiitas como el primer Imam- cerca de Damasco, aviva la hostilidad chiita-sunita.
Yossi Melman, analista de Seguridad Nacional israelí y editor de TheTower.org y el Informe de Jerusalén, dijo que Israel ha demostrado que no es peligroso acceder a espacio aéreo sirio; Melman, ampliamente considerado como uno de los principales expertos de Inteligencia de Israel, resumió sucintamente la necesidad de una zona de exclusión aérea en Siria: "Si la Fuerza Aérea de Israel lo ha hecho, la Fuerza Aérea de EE.UU. o de la OTAN son capaces de hacer cumplir una zona de exclusión aérea que, al menos, reduzca el derramamiento de sangre. Los ataques israelíes, desde enero, han desenmascarado las excusas de la administración Obama para no imponer una zona de exclusión en el espacio aéreo sirio
Israel atacó Siria, o a un arsenal iraní en Damasco, por que no tiene luz verde de EE.UU. para ir a Irán, Israel bombardeó a Siria para defender su seguridad y para entregarle un mensaje a Irán -aprovechando la conmoción siria- y en cierta manera a los aliados occidentales sobre las posibilidades de golpear al regimen sirio. Con todo, los ataques aéreos israelíes nada tenían que ver con la guerra civil en Siria, pero si con la tensión y la escalada entre Irán e Israel en Siria. Aplazada la guerra de Israel contra Irán, ha comenzado en Siria como anteshabía empezado en Líbano.
Mientras, la guerra en Siria le ha dado Hezbollah la oportunidad de actualizar su arsenal, también se le ha dado a Israel la oportunidad de hacerle frente a este reto; con el régimen sirio luchando por su supervivencia, es poco probable que el riesgo de una confrontación de Siria contra Israel, lo que puede inclinar la balanza militar en contra de Al-Assad. Supuestos similares pueden hacerse respecto a Hezbollah e Irán, para ellos -así como para Israel- Siria sigue siendo un actor secundario frente a un posible enfrentamiento sobre el programa nuclear iraní.; ante todo, sirve para disuadir a Israel o a EE.UU. de atacar las instalaciones nucleares de Irán ya que Hezbollah se ha armado con los refuerzos sirios.
Aunque Israel, Hezbollah, Irán y Siria prefieren evitar un enfrentamiento directo en estos momentos, se deben tener en cuenta la ley de las consecuencias imprevistas. Los repetidos intentos sirio-iraníes de transferirle armas a Hezbollah y las intervenciones israelíes para evitarlo podrían aumentar las posibilidades de escalada.
Pero es necesario tener en cuenta cuál sería reacción occidental si Siria hubiese sido, por no hablar de Irán, quien lanzó un ataque a Israel -o uno de los regímenes árabes que actualmente arma a los rebeldes sirios- para darse cuenta de lo poco que estas posiciones tienen que ver con la legalidad internacional, la equidad y el derecho de la legítima defensa. Los ataques siguen a la declaración pública del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, quien señaló que sus combatientes están apoyando a las fuerzas del gobierno en Siria -que también están respaldadas por Irán, Rusia y China- por lo que el papel de Siria como eje de la influencia iraní en el Medio Oriente ha convertido la guerra civil siria en un potencial punto de partida para una conflagración regional.
Los intereses de los Estados aliados y opositores al régimen sirio ponen en duda la suerte de la iniciativa diplomática impulsada por EE.UU. y Rusia. Siria ha proporcionado profundidad estratégica, en el mundo árabe, para el mensaje Pan-islámico de Irán de una resistencia revolucionaria contra la hegemonía occidental, y le dio acceso directo a la lucha en primera línea contra EE.UU. e Israel con la presencia de Hezbollah en Líbano y la frontera siria.
Por otra parte ¿Pueden Rusia entregar Bashar Al-Assad? Moscú ha declarado últimamente que tiene poca influencia sobre Damasco, pero si los rusos dejan en claro que van a dejar de armar a las fuerzas del gobierno sirio, retirarán sus técnicos y levantarán su cobertura diplomática en ONU -a menos que Damasco se compromete a participar en un debate serio con la oposición- el Kremlin no podrá ser ignorado por Al-Assad. La misma pregunta es más difícil para Washington, ya que podrían entregar a la oposición, teniendo en cuenta que está fragmentada y que sus líderes más representativos son los comandantes de las brigadas formadas por yihadistas extranjeros. Finalmente, los saudíes no están contentos de ver la salida del radicalismo entre los grupos de la oposición en Siria, por lo que convencerlos para cambiar de rumbo será difícil para EE.UU.
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