martes, 6 de noviembre de 2012

La "somalización" de Siria


El Primer Ministro británico, David Cameron, comentó a la cadena árabe Al-Arabiya que quería que el presidente sirio, Bashar Al-Assad, rindiese cuentas por sus crímenes, pero que su salida del poder podría arreglarse; consultado sobre si Al-Assad pidiese una salida segura, Cameron sostuvo que haría "Cualquier cosa, cualquier cosa para que el hombre fuera del país y Siria tenga una transición segura. Por supuesto, yo estaría a favor que enfrente toda la fuerza del Derecho Internacional y la justicia por lo que ha hecho".

Gran Bretaña estaría dispuesta a permitirle al presidente Al-Assad, su salida a un tercer país pero el PM británico no especificó cuál podría ser ese destino. Los grupos de DDHH han expresado su preocupación sobre los comentarios de Cameron, Human Rights Watch, dijo que ofrecerle inmunidad a Al-Assad le da licencia para matar a sus oponentes y el Ministerio de Relaciones Exteriores británico salió rápidamente a aclarar que Cameron no había discutido la idea con otros líderes mundiales.

El problema con la declaración de Cameron no radica en hipótesis de inmunidad de las principales figuras del régimen sirio por los diversos crímenes de guerra, lesa humanidad y violaciones a los DDHH cometidos a lo largo de los 20 meses de enfrentamientos, a cambio de una renuncia colectiva sino en el mensaje que se le transmite a los rebeldes e insurgentes, respecto del grado de tolerancia de Occidente a las ejecuciones sumarias de funcionarios del régimen sirio.

Pocos rebeldes utilizan los tribunales establecidos en algunas áreas por jueces y civiles, algunos grupos rebeldes golpean a los detenidos, a menudo en las plantas de los pies -método popular en las cárceles del régimen- otros secuestran a sus enemigos, pidiéndoles dinero o la liberación de sus compañeros a cambio de su libertad. No han habido informes masacres cometidas por los rebeldes en la misma escala que las perpetradas por las fuerzas de Al-Assad, pero existe un creciente sentimiento de "con nosotros o contra nosotros" lo que significa que los civiles leales al régimen están en la mira como los combatientes que se enfrentan a los rebeldes.

Algunos grupos firmaron un código de conducta en agosto, pero otros simplemente dicen a sus hombres para mantengan su trabajo sucio fuera de la vista. Abu Issa, jefe de Saquor Al-Sham -un grupo con sede en Idlib- dice que trata bien a sus prisioneros; pero los videos en sus sitios web muestran a los prisioneros forzados a ser trampas explosivas en coches que luego son enviados a volar contra los puestos de control.

En una entrevista con el periódico Al-Hayat, el enviado especial Lakhdar Brahimi advirtió de un escenario sirio en el que los caudillos y milicias llenarán el vacío dejado por un Estado colapsado; en el reportaje, el diplomático argelino minimizó el riesgo de separación sectaria y étnica –considerando la posibilidad que la minoría alawita forme un Estado en el nordeste- pero advirtió que el país se enfrentaba a una “somalización”. Brahimi dijo que estaba buscando una resolución vinculante del Consejo de Seguridad sobre la base de las directrices para una transición política que se acordaron en Ginebra en junio pasado por el Grupo de Acción para Siria y vaticinó que "Todo el mundo debe enfrentarse a una verdad amarga, difícil y que da miedo: este tipo de crisis -si no se tratan correctamente día a día- puede durar un año, dos años y más, espero que no continúe durante ese período, si dentro y fuera de Siria todos hacen lo que deben."

Esta afirmación parece confirmarse con guerra civil en un punto muerto y los rebeldes que se han apoderado del territorio norte del país, luego de intensos combates en zonas rurales han comenzado a ejercer el poder sobre los civiles de esas áreas; mientras tanto el régimen sirio ha experimentado una merma en sus fuerzas terrestres que han sido suplantadas por ataques aéreos indiscriminados arrasando barrios enteros y aterrorizando a la población. Por otra parte, la oposición le ha pedido a sus aliados internacionales que les suplan misiles antiaéreos para derrotar a Assad, pero los países occidentales y árabes temen que los misiles caigan en manos de los militantes islámicos que luchan en el bando rebelde; la iniciativa la tienen estos sectores radicales y cada vez fragmentan más a los rebeldes generando pequeños feudos insurgentes que ya no responden al propio Ejército Libre Sirio (ELS)

Los primeros informes de la reunión de Doha sugieren que los esfuerzos para llegar a un acuerdo rápidamente se deterioran mientras más se dialoga, de acuerdo con The Guardian, el ex líder del Consejo Nacional Sirio (CNS) Burhan Ghalioun, las conversaciones de Doha ya estaban "muertas"; su pronunciamiento recuerda a la reunión de El Cairo -en julio- cuando la conferencia terminó en enfrentamientos y hasta una breve pelea con el CNS que se negaba a ceder autoridad y un grupo que representaba a los kurdos sirios abandonaba el encuentro a poco de iniciado.

Mientras que los grupos fuera del país luchan por encontrar una agenda común, la situación en Siria está empeorando día a día. La falta de ayuda militar occidental se contrapone con los llamados generalizados para que el presidente Bashar Al-Assad dimita, pero tampoco se les demandan límites a los grupos rebeldes como sucede con las ejecuciones sumarias. Mientras tanto, las armas proporcionadas por los Estados del Golfo van directamente a los combatientes rebeldes islámicos; en este contexto garantizarle la inmunidad al presidente sirio si renuncia dificultaría las cosas mucho más ya que todos los involucrados en el conflicto saben que existe esa posibilidad si todo sale mal.


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