Las fuerzas del gobierno sirio tomaron medidas enérgicas contra las poblaciones donde se registraron actividad de la oposición, horas antes que un equipo de observadores la Liga Árabe llegasen al país. A pesar de los recientes hechos de violencia, la Liga Árabe sostuvo su plan de enviar una delegación de avanzada de observadores.
La agencia estatal de noticias SANA, informó que las autoridades de Daraa e Idlib atacaron las casas de terroristas, arrestando a decenas de personas buscadas por diversos delitos de asesinato, ataques y sabotajes a la propiedad pública y privada. Activistas de DDHH han acusado al régimen sirio de una "masacre organizada" en Idlib, donde las tropas del gobierno avanzaron en una aldea en el noroeste de Siria, rodeado de residentes aterrorizados en un valle y desataron andanadas de cohetes con un saldo de más de 100 personas; miembros de la oposición siria dijeron que las operaciones fuera de la aldea de Kfar Owaid -a unos 30 kilómetros de la frontera con Turquía en Idlib- evidencia la intención del líder autoritario de intensificar la represión contra el levantamiento antes de la llegada de observadores Liga Árabe.
Más de 6.200 personas, entre ellas cientos de niños, han muerto en la ofensiva del régimen sirio desde que se iniciaron las revueltas en marzo según las cifras de Avaaz -grupo de DDHH- con sede en Londres. Ricken Patel, director ejecutivo de Avaaz, señalo que 1 de cada 300 sirios ha sido encarcelado y que de las 6.237 muertes de civiles y de las fuerzas de seguridad, 617 fueron bajo tortura y por lo menos unos 400 eran niños; si bien la cifra difiere en más 1,000 víctimas con las últimas estimaciones de la ONU, es innegable que la cifra de víctimas han estado subiendo de forma pronunciada en las últimas semanas.
Un equipo de avanzada de la Liga Árabe llegó hoy a Siria antes del despliegue de 150 monitores que evaluará si Damasco está tomando medidas para poner fin a la represión de las manifestaciones contra el régimen del presidente Al-Assad. Mientras, en El Cairo, General Mohammed Ahmed Mustafa Al-Dabi -de Sudán- llegó a la sede de la Liga para ser informado sobre su papel en la conducción del equipo de observadores que serán enviados a Siria antes de finales de diciembre, si los preparativos avanzan.
Al-Dabi, que coordinó entre el gobierno de Sudán y las fuerzas de paz internacionales allí, dijo a periodistas en el aeropuerto de El Cairo que se reunirá con el Secretario General, Nabil Elaraby, para dar seguimiento a los acuerdos de la misión de observadores y señaló que los observadores trabajarán con total transparencia para observar la situación en Siria; por otra parte agregó que llevaría a cabo reuniones continuas en el campo con todas las facciones, incluyendo el ejército sirio, la oposición, las fuerzas de seguridad y los grupos humanitarios.
Mientras las fuerzas de seguridad iniciaron un raid de violencia sin precedentes para controlar a las poblaciones rebeldes y a los desertores del ejército, el presidente Bashar Al-Assad se reunió con una delegación de líderes clanes de Deir Ezzour, Raqqa y Hasaka donde se abordó el desarrollo de la situación nacional. Aunque el Presidente elogió el papel desempeñado por dichos clanes en diferentes etapas por las que ha atravesado el país en los pasados meses, esta reunión puede considerarse como una evaluación del régimen sirio de los verdaderos apoyos y alianzas al momento de intensificar la fuerza en el terreno y abrir la posibilidad de nuevas sanciones internacionales.
La agencia estatal de noticias SANA, informó que las autoridades de Daraa e Idlib atacaron las casas de terroristas, arrestando a decenas de personas buscadas por diversos delitos de asesinato, ataques y sabotajes a la propiedad pública y privada. Activistas de DDHH han acusado al régimen sirio de una "masacre organizada" en Idlib, donde las tropas del gobierno avanzaron en una aldea en el noroeste de Siria, rodeado de residentes aterrorizados en un valle y desataron andanadas de cohetes con un saldo de más de 100 personas; miembros de la oposición siria dijeron que las operaciones fuera de la aldea de Kfar Owaid -a unos 30 kilómetros de la frontera con Turquía en Idlib- evidencia la intención del líder autoritario de intensificar la represión contra el levantamiento antes de la llegada de observadores Liga Árabe.
Más de 6.200 personas, entre ellas cientos de niños, han muerto en la ofensiva del régimen sirio desde que se iniciaron las revueltas en marzo según las cifras de Avaaz -grupo de DDHH- con sede en Londres. Ricken Patel, director ejecutivo de Avaaz, señalo que 1 de cada 300 sirios ha sido encarcelado y que de las 6.237 muertes de civiles y de las fuerzas de seguridad, 617 fueron bajo tortura y por lo menos unos 400 eran niños; si bien la cifra difiere en más 1,000 víctimas con las últimas estimaciones de la ONU, es innegable que la cifra de víctimas han estado subiendo de forma pronunciada en las últimas semanas.
Un equipo de avanzada de la Liga Árabe llegó hoy a Siria antes del despliegue de 150 monitores que evaluará si Damasco está tomando medidas para poner fin a la represión de las manifestaciones contra el régimen del presidente Al-Assad. Mientras, en El Cairo, General Mohammed Ahmed Mustafa Al-Dabi -de Sudán- llegó a la sede de la Liga para ser informado sobre su papel en la conducción del equipo de observadores que serán enviados a Siria antes de finales de diciembre, si los preparativos avanzan.
Al-Dabi, que coordinó entre el gobierno de Sudán y las fuerzas de paz internacionales allí, dijo a periodistas en el aeropuerto de El Cairo que se reunirá con el Secretario General, Nabil Elaraby, para dar seguimiento a los acuerdos de la misión de observadores y señaló que los observadores trabajarán con total transparencia para observar la situación en Siria; por otra parte agregó que llevaría a cabo reuniones continuas en el campo con todas las facciones, incluyendo el ejército sirio, la oposición, las fuerzas de seguridad y los grupos humanitarios.
Mientras las fuerzas de seguridad iniciaron un raid de violencia sin precedentes para controlar a las poblaciones rebeldes y a los desertores del ejército, el presidente Bashar Al-Assad se reunió con una delegación de líderes clanes de Deir Ezzour, Raqqa y Hasaka donde se abordó el desarrollo de la situación nacional. Aunque el Presidente elogió el papel desempeñado por dichos clanes en diferentes etapas por las que ha atravesado el país en los pasados meses, esta reunión puede considerarse como una evaluación del régimen sirio de los verdaderos apoyos y alianzas al momento de intensificar la fuerza en el terreno y abrir la posibilidad de nuevas sanciones internacionales.
En la línea de revisión de aliados, el portavoz de Cancillería china, Liu Weimin señalo que su país daba la bienvenida a los esfuerzos de la Liga Árabe para impulsar el restablecimiento de la estabilidad en Siria y destacó que se apoyaban los esfuerzos constantes para resolver la cuestión de Siria en el marco de la Liga Árabe y si el Consejo de Seguridad desea discutir la situación de Siria ello deberá conducir a disminuir la tensión, la promoción del diálogo político para disolver los conflictos, mantener la paz y la estabilidad en el Medio Oriente. China apoya0 el proyecto ruso y aprecia los esfuerzos constructivos por parte de Rusia para la solución de la crisis siria.
Por su parte, Rusia se mantiene en la postura que enunció en su proyecto de resolución presentado ante el Consejo de Seguridad y que estipula el cese de la violencia de todas las partes además del llamado al dialogo de manera conjunta entre oposición y gobierno.
La inusual ola de violencia desatada esta semana, en coincidencia con la firma del acuerdo con la Liga Árabe, afirma la tendencia de profundización de la situación y el quiebre del escenario donde ya no hay punto de retorno posible. El régimen sirio está enviando mensajes hacia la comunidad internacional y a la oposición interna.
Los ejercicios militares a gran escala de esta semana -sin precedentes en los últimos años- son una señal que Al-Assad se está preparando para repeler posibles agresiones y que su poder se encuentra intacto aunque en los últimos días los insurgentes han destruido 17 tanques y pidieron a la ONU y la Liga Árabe el establecimiento de zonas protegidas. Por otra parte, los medios de comunicación están mostrando que el Ejército Libre Sirio (ELS) tiene armas, explosivos, fondos y han aumentado la base de sus filas debido a la masa creciente de desertores.
La otra señal que comunicaron los ejercicios es la capacidad de repeler una interferencia extranjera y que la misma tendría un amplio impacto que deterioraría la situación en toda la región, afectando a Israel. Tel Aviv no oculta su preocupación por los misiles de largo alcance y superficie-aire sirios y los que dispone Hezbollah en Líbano; además el grupo chiita es un ejército en si mismo que tiene lazos con Damasco y podría intervenir si la situación se vuelve insostenible.
Pero la señal más evidente que el régimen está enviando es que no desea ceder el control del territorito a los rebeldes, por ello la inusual violencia de las operaciones en Jabal al-Zawiyah, Idlib y Homs. Damasco no desea que el ELS o cualquier otro grupo opositor establezcan un bastión como lo hizo la oposición libia en Bengasi; Al-Assad no desea ver a Jabal al-Zawiyah convertida en la “nueva capital” de la Siria libre o un reducto de la insurgencia.
Jabal al-Zawiyah presenta el riesgo adicional que se encuentra una zona próxima a la frontera con Turquía, por lo que si la ciudad se consolida a manos de la oposición como un bastión sería mucho más sencillo para los insurgentes recibir armamentos y entrenar a sus filas en otros países; además los países interesados en una intervención militar podría establecer una zona protegida en la frontera y no en el medio de Siria, mucho más difícil de resguardar.
La inusual ola de violencia desatada esta semana, en coincidencia con la firma del acuerdo con la Liga Árabe, afirma la tendencia de profundización de la situación y el quiebre del escenario donde ya no hay punto de retorno posible. El régimen sirio está enviando mensajes hacia la comunidad internacional y a la oposición interna.
Los ejercicios militares a gran escala de esta semana -sin precedentes en los últimos años- son una señal que Al-Assad se está preparando para repeler posibles agresiones y que su poder se encuentra intacto aunque en los últimos días los insurgentes han destruido 17 tanques y pidieron a la ONU y la Liga Árabe el establecimiento de zonas protegidas. Por otra parte, los medios de comunicación están mostrando que el Ejército Libre Sirio (ELS) tiene armas, explosivos, fondos y han aumentado la base de sus filas debido a la masa creciente de desertores.
La otra señal que comunicaron los ejercicios es la capacidad de repeler una interferencia extranjera y que la misma tendría un amplio impacto que deterioraría la situación en toda la región, afectando a Israel. Tel Aviv no oculta su preocupación por los misiles de largo alcance y superficie-aire sirios y los que dispone Hezbollah en Líbano; además el grupo chiita es un ejército en si mismo que tiene lazos con Damasco y podría intervenir si la situación se vuelve insostenible.
Pero la señal más evidente que el régimen está enviando es que no desea ceder el control del territorito a los rebeldes, por ello la inusual violencia de las operaciones en Jabal al-Zawiyah, Idlib y Homs. Damasco no desea que el ELS o cualquier otro grupo opositor establezcan un bastión como lo hizo la oposición libia en Bengasi; Al-Assad no desea ver a Jabal al-Zawiyah convertida en la “nueva capital” de la Siria libre o un reducto de la insurgencia.
Jabal al-Zawiyah presenta el riesgo adicional que se encuentra una zona próxima a la frontera con Turquía, por lo que si la ciudad se consolida a manos de la oposición como un bastión sería mucho más sencillo para los insurgentes recibir armamentos y entrenar a sus filas en otros países; además los países interesados en una intervención militar podría establecer una zona protegida en la frontera y no en el medio de Siria, mucho más difícil de resguardar.
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