Las fuerzas sirias continuaron atacando bastiones rebeldes, desde la ciudad de Deir al-Zour a la ciudad de Al-Haffeh, donde los activistas dicen que cientos de rebeldes se enfrentan a ataques continuos y con apoyo de helicópteros de asalto –hecho que fue confirmados por ONU ayer- algo que es considerado como una escalada significativa por parte de las fuerzas gubernamentales. Sausan Ghosheh, portavoz de ONU, dijo que los observadores de ONU habían viajado hacia Al-Haffeh para investigar los informes de enfrentamientos en la zona pero encontraron a la ciudad demasiada peligrosa como para entrar.
Al-Haffeh es una ciudad sunita con una importancia estratégica ya que se encuentra ubicada cerca del puerto de Latakia y la frontera con Turquía, ruta que es utilizada por los rebeldes como una vía de contrabando activa de las personas y suministros; es por ello que las fuerzas de seguridad estatales han estado atacando encarnizadamente la zona y han intentado controlarla.
El enviado Kofi Annan, manifestó ayer su preocupación por los civiles atrapados en Al-Haffeh y exigió el acceso inmediato a los observadores de la ONU; los rebeldes dijeron que habían enviado a los civiles a las afueras de la ciudad cuando el asedio comenzó, pero ahora esas áreas también fueron atacadas. Según los activistas, el ejército sirio ha sufrido grandes pérdidas, debido al terreno montañoso se hace difícil la movilización de tanques y armas pesadas, por lo que los rebeldes han resistido los ataques iniciales pero las unidades de la oposición están aisladas y carecen de un mando debido a que sus líneas de comunicación fueron cortadas.
EE.UU. reiteró que no está a favor de una intervención militar extranjera en Siria, en un momento donde aumentan las especulaciones sobre que Washington podría usar la fuerza para lograr un cambio de régimen en Siria como pruebas de la violencia prolongada de la paciencia de la comunidad internacional. La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, señaló su preocupación sobre poner fuerzas militares extranjeras en esta situación, que está a punto de convertirse en una guerra civil; la funcionaria americana sostuvo que el "mejor curso de acción" es el uso de todas las presiones económicas, políticas y de otro tipo disponibles para sofocar el apoyo al presidente Bashar Al-Assad.
El mes pasado, el vocero la Casa Blanca, Jay Carney, había dicho que la Casa Blanca todavía se aferraba a su posición de no intervención militar en Siria por temor a que esa medida sólo conduciría a un "caos mayor y una mayor carnicería." El gobierno de Obama está bajo presión para tomar medidas concretas que respalden su intención de ver al presidente Al-Assad abandonando el poder, pero sigue siendo cauteloso sobre la posibilidad del lanzamiento de una nueva guerra Medio Oriente, en especial dentro de un año electoral y en medio de crecientes preocupaciones de los votantes sobre la problemas económicos que afectan al país.
En una entrevista, el Secretario General de la OTAN Anders Fogh Rasmussen, señaló que los miembros de la alianza se sintieron decepcionados por el fracaso del presidente Al-Assad para cumplir con el plan de paz de Kofi Annan. Rasmussen dijo que estaba de acuerdo con el canciller británico, William Hague, quien dijo que Siria estaba empezando a parecerse a la guerra sectaria en Bosnia; Rasmussen explicó que parte de las “lecciones aprendidas de los acontecimientos en los Balcanes son las graves consecuencias que pueden haber si la comunidad internacional no habla con una sola voz y no se puede llegar a un acuerdo sobre cómo abordar los desafíos de seguridad."
El ejército sirio ha tenido cientos de víctimas mortales en las últimas semanas -sumados a los heridos, deserciones y capturados- por lo que su capacidad para ejercer el control sobre gran parte del país se ha reducido en ese tiempo; esta presunción se ve reforzada por el uso de helicópteros lo que sugiere que el movimiento de tanques y artillería se ha vuelto más complicado, por otra parte la inclusión masiva de las milicias shabiha en las operaciones habla de la necesidad de multiplicar fuerzas en el terreno por parte del régimen sirio.
Si los informes sobre nuevos misiles antitanque transferidos a los rebeldes desde el extranjero que les permitieron la destrucción de decenas de tanques y vehículos blindados sólo este mes son ciertas, comenzaremos a ver a los rebeldes impulsando campañas en todo el país aumentando los enfrentamientos y las matanzas, desde el régimen, para disuadir a la población civil de unirse a los rebeldes. Estas armas han sido provistas por países vecinos, árabes y algunos occidentales interesados en terminar con Al-Assad; pero la posibilidad de un escenario de guerra civil larga y cruenta –como en Líbano o Bosnia- podría suponer más problemas que soluciones.
Siria es un verdadero dolor de cabeza, no solo para los propios sirios sino para los diferentes actores con intereses en ese país; si la guerra civil se intensifica aún más y se convierte en prolongada, esto podría transformarse en un desastre para toda la región así como para la administración Obama, quien se encuentra en medio de una campaña para la reelección y comenzará recibirá severas críticas de sus opositores. Pero promover una intervención militar sumará más problemas que soluciones por lo que esa solución no es viable.
La situación de Siria está ligada, además, a otros asuntos que puede interferir en los cálculos de las grandes potencias como las negociaciones nucleares entre Irán y Occidente, ya que Al-Assad es el aliado árabe de Irán y es un eslabón clave en el sistema iraní de disuasión; la caída de Damasco adelantaría la planificación israelí de atacar las instalaciones y complicaría la seguridad regional.
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