martes, 3 de abril de 2012

¿Al-Assad acepta pero no cumple?


Las potencias occidentales han hecho circular un proyecto de declaración respaldando petición del enviado Kofi Annan, para que el 10 de abril sea la fecha límite para Siria ponga fin a los combates y retire su ejército de las ciudades; Gerard Araud, embajador francés en ONU, y su par de EE.UU., Susan Rice, dijeron que el proyecto de "declaración presidencial" se debatirá en el Consejo de Seguridad en los próximos dos días.

Bajo el plan de Annan, si el gobierno sirio cumple con el plazo, la oposición espera que se detengan las operaciones militares en 48 horas, pero diplomáticos occidentales han expresado su escepticismo sobre la credibilidad del régimen sirio ya que ha prometido -en repetidas ocasiones- ponerle fin a la violencia contra la población civil pero no se ha mantenido la palabra.

Incluso Annan le solicitó al Consejo que apoye públicamente el 10 de abril fecha límite como un medio de presionar a Siria para que lo respeten, según diplomáticos que se encontraban en una reunión a puerta cerrada llevado a cabo vía satélite. Annan también pidió que la comisión de contingencia del Consejo, que tiene previsto desplegar observadores de ONU, sea instalada en el terreno pronto.

Mientras los debates diplomáticos continúan, los enfrentamientos tomaron fuerza ya que el régimen sirio envió refuerzos a las zonas rebeldes a pesar de la promesa de tregua; Al-Assad está buscando ganar tiempo para obtener el control total sobre las fuerzas rebeldes que han sido expulsados de sus principales bastiones. A los objetivos en Homs que venían siendo bombardeados, se suman a la ciudad de Zabadani; pero la violencia se ha diseminado en otras partes del país: los rebeldes mataron a un soldado en Idlib y también atacaron la casa de un director militar de logística en Aleppo, matando a dos guardias.

Los enfrentamientos se han incrementado un día después que Annan dijo que el presidente, Bashar Al-Assad, le había dado seguridades que "inmediatamente" comenzaría a retirar sus fuerzas y completaría una retirada militar de las zonas urbanas antes del 10 de abril. Por su parte, el Ministro de Relaciones Exteriores, Walid Al-Muallem, se comprometió a haría todo lo posible para asegurar el éxito la misión de la Cruz Roja, luego de reunirse en Damasco con Jakob Kellenberger, jefe del CICR.

Ahmad Fawzi, portavoz de Annan, señaló que un equipo avanzada de ONU está previsto que llegue a Siria en un plazo de 48 horas para discutir el despliegue de fuerzas de paz, pero no se conocen más detalles respecto de la implementación de observadores internacionales en el país.

En un comunicado emitido en Ginebra, Kellenberger dijo que el CICR presionará por un mayor acceso a las personas vulnerables y a los detenidos. La propuesta del CICR es mucho más modesta que los pedidos de una misión de observación y se basan en un cese al fuego por dos horas para que se puedan evacuar a los heridos y civiles.

EE.UU. continúa con sus sanciones y ahora el Departamento del Tesoro ha incluido a la lista al Ministro de Defensa, Dawud Rajiha, al Jefe Adjunto del Estado Mayor del Ejército Adanov Munir, y al jefe de equipo de seguridad presidencial, Zuhayr Shalish.

Pero EE.UU. está yendo más allá y ha comenzado una ronda de conversaciones con los sauditas para suavizar su posición. La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, llegó a Riad para examinar soluciones que pongan fin a la violencia en Siria; la meta es lograr un consenso entre EE.UU. y los Estados árabes del Golfo sobre la manera de hacer frente a represión.

Si bien un despliegue de fuerzas de mantenimiento de la paz es posible, las promesas de un alto al fuego por parte de Al-Assad no son necesariamente un indicio que la ofensiva del régimen contra los disidentes esté terminando. La lógica del régimen sirio ha sido de mantenerse hasta el final y evitar las concesiones ya que ellas pondrían en riesgo la integridad del sistema; por ello la violencia no va a finalizar hasta que Al-Assad retome el control total de la situación.

La administración Obama tiene razón cuando considera que las armas en manos de los rebeldes podrían llevar a una guerra civil y que esas mismas armas podrían caer en manos de los extremistas islámicos. Este enfoque ha chocado con Arabia Saudita, desde el inicio de la Primavera Árabe, las relaciones se han tensado por desacuerdos sobre cómo manejar los levantamientos regionales y Siria es un punto importante para ambos Estados.

Pero para EE.UU. y Arabia Saudita el problema no termina en Siria sino que se prolonga en Irán. Hillary Clinton tiene previsto lanzar un nuevo foro estratégico entre EE.UU y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). El objetivo de esta iniciativa es impulsar la cooperación bilateral en una serie de campos y es por ello que se necesitan consensuar las políticas sobre Irán, pero también sobre Siria.

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