Sobre la base de las directivas del presidente Bashar al-Assad, el Partido Al-Ba´ath, formó un comité con una serie de abogados para estudiar y elaborar una legislación que asegure la preservación de la seguridad del país, la dignidad de los ciudadanos y la lucha contra el terrorismo en preparación para el levantamiento del estado de emergencia. La comisión completará el estudio antes del 25 de abril 2011.
La ley de emergencia, en vigencia desde 1963, le permite al gobierno realizar detenciones preventivas y anular las leyes constitucionales y el código penal. Reem Haddad, una portavoz del Ministerio de Información sirio, señaló que la ley de emergencia se levantará y el presidente presentó su propia visión sobre el paquete de reformas y los detalles se verían en un tiempo próximo.
Al-Assad dio a entender que tomaría algún tiempo levantar la ley de emergencia. El presidente no puede unilateralmente derogar la ley de emergencia -es un proceso complicado- ya que se tiene que pasar por el Parlamento y otras instancias. Por otro lado, el presidente sirio está rodeado de un grupo de personas que tienen interés en la estabilidad del régimen debido a su posición política e inversiones económicas.
Este movimiento parece ser un intento del presidente Bashar Assad para demostrar que no será presionado para implementar la reforma, sino que la misma se hará a su propio ritmo. La situación de poder, a favor de Assad, le ha permitido realizar una serie de movimientos para apaciguar los ánimos sociales.
El martes, Assad despidió a su gabinete en una señal hacia los manifestantes que señalaban los altos niveles de corrupción gubernamental; si bien esta medida es simbólica la misma no hubiese sido posible hace un mes. El miércoles, se lanzó un rumor que generó expectativas sobre el anuncio de reformas radicales, como respuesta a las violentas manifestaciones de Daraa y Latakia.
Latakia es el foco de protestas que suscita el mayor peligro, ya que tiene una mezcla potencialmente volátil de diferentes grupos religiosos, que ya se ha convertido en un foco de violencia que podría asumir un tono peligroso sectaria en los próximos días y semanas. Las protestas contra el gobierno y la violencia subsiguiente han revivido las tensiones sectarias sirias por primera vez en décadas, un tema tabú en Siria gobernada por la minoría alawita, en una sociedad mayoritariamente sunita.
El discurso de Assad mostró que el régimen cerró filas y se mantiene firme, tratando de normalizar la situación y regulando la introducción de reformas a su conveniencia, manejando los tiempos de acuerdo a su agenda y no a los designios de la oposición. La situación en general le es favorable al régimen y ello le ha dado cierta tranquilidad.
En escenario doméstico, la gente continua con las protestas, pero las mismas giran en torno a reclamos por mayores reformas y reducción de la corrupción estatal; pero no se ha pedido hasta el momento el final del régimen.
El escenario internacional también le es favorable al régimen. La administración Obama dijo que el discurso de Assad se quedó corto al no ofrecer ningún tipo de compromiso para iniciar reformas reales; aunque el gobierno de Obama y los europeos han adoptado un enfoque cauteloso sobre los disturbios –e incluso han condenado la violencia- dejaron claro que no se contempla una intervención como la que está en curso en Libia.
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