Las fuerzas de seguridad sirias detuvieron a decenas de personas después que miles salieron a las calles en todo el país, en marchas a favor de la democracia, según dijeron activistas sirios. El Observatorio sirio de los Derechos Humanos elaboró una lista con 21 personas que habían sido detenidos en Homs, Daraa y en el norte de la capital.
Al menos siete personas murieron el viernes cuando las fuerzas de seguridad reprimieron las manifestaciones, con lo que el número de muertos a partir de dos semanas de protestas por lo menos a 79. Las autoridades comenzaron a arrestar a la gente, sobre todo en los alrededores de Damasco, luego se rompieron las protestas entrada la madrugada del sábado.
Las protestas en Siria, aunque relativamente pequeñas, son las más generalizadas desde los disturbios que estallaron el 18 de marzo, demandando mayores libertades civiles; los manifestantes salieron a las calles después de las oraciones del mediodía, en Daraa, Homs, Baniyas, Idlib, Qamishli, Damasco, y la zona periférica de Duma en lo que constituye el desafío más importante del régimen de Bashar Al-Assad desde su llegada al poder en 2000. Los líderes de la protesta habían llamado a las manifestaciones de ayer en el “Día de los Mártires”, en un claro rechazo al discurso de Al-Assad que no derogó la ley de emergencia que lleva 48 años de vigencia.
Sana, la agencia de noticias estatal, reconoció por primera vez que en Siria estaban sucediendo manifestaciones pidiendo una reforma, aunque el gobierno culpó a bandas armadas por el derramamiento de sangre.
El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, manifestó en un comunicado, su más profunda preocupación por la situación en Siria, donde más muertes de civiles han sido reportados durante las últimas manifestaciones populares y deplora el uso de la violencia contra las manifestaciones pacíficas y pide que cesen de inmediato dichas acciones gubernamentales.
La administración Obama emitió una declaración condenando la violencia y diciendo que no era la respuesta a los reclamos populares. Assad "tiene la responsabilidad de adoptar sin demora medidas concretas y acciones que cumplir sus promesas y avanzar en una agenda de una reforma significativa'', dijo el comunicado.
Las estrategias elegidas por el presidente Al-Assad son muy osadas, dentro del volátil escenario regional, y parecen estar alejadas de la realidad de la calle siria.
Culpar a los medios de comunicación extranjeros y señalar -durante su discurso en el Parlamento- que existe una conspiración extranjera sobre Siria puede funcionar como distracción durante unos días ya que los medios de comunicación árabes repitieron esa acusación hasta el hartazgo; pero no aplacó las manifestaciones sucedieron en Latakia y que no fueron cubiertas por la televisión. Los medios de comunicación locales pueden estar tratando de restar importancia a la verdadera naturaleza de los acontecimientos, no por ello cambiará la realidad de la situación.
Los reclamos de los manifestantes son racionales, genuinos y concretos; que requieren de soluciones prácticas que pueden ser implementadas desde el Estado con cierta facilidad. La constitución de un comité de juristas para evaluar la derogación de la ley de emergencia es una medida acertada pero para otro contexto, en la actual situación el presidente Al-Assad debió derogarla en su discurso y consolidar así su discurso reformista de manera concreta. Hasta ahora los manifestantes no han pedido el final del régimen de Al-Assad sino medidas destinadas a la apertura democrática y una ampliación de las libertades civiles.
El régimen sirio está a tiempo de frenar esta ola de protestas, con medidas realistas y dejando de lado las declaraciones simbólicas que no responden a las demandas de los manifestantes. Con un estimado de 60 muertos, si el régimen sirio opta por una posición más dura hacia los manifestantes destinada a fortalecer el su propia posición, sin lugar a dudas el frente interno se volverá más hostil – dificultando la implementación de medidas por ahora accesibles- y el frente externo comenzará a pedir mayores explicaciones.
Si el presidente Al-Assad está realmente comprometido con sus promesas, a cerca de una reforma política profunda, el tiempo para iniciarla se está reduciendo drásticamente. Es una apuesta arriesgada, desde el régimen, probar cual es el verdadero límite de los manifestantes.
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