Los Jefes de Defensa de Gran Bretaña y EE.UU. le restaron importancia a la posibilidad de una intervención al estilo de Libia en Siria; Liam Fox -de Gran Bretaña- dijo que había limitaciones prácticas para el poder militar de Occidente. Ambos funcionarios coincidieron en la condena a los ataques a civiles, sin embargo, Fox dejó en claro que se no podía hacer mucho debido a que las campañas militares en Afganistán y Libia, ya había forzado demasiado las capacidades de ambos Estados.
Si bien la respuesta conjunta anglo-americana es real, también lo son las profundas diferencias que existen en el seno de la administración Obama sobre las respuestas que EE.UU. debería tener frente a los levantamientos en el mundo árabe. Gates ha dicho que Estados Unidos aplica sus valores a todos los países de la región y apoya el derecho a la protesta pacífica; pero recalcó que las acciones de EE.UU. no serían las mismas ya que en cada país se tendrá que adaptarse a las circunstancias propias de esa realidad.
El senador Jon Kyl, número dos de los republicanos y duro crítico de la Casa Blanca- señaló que EE.UU. debería estar orgulloso de aliarse con los sirios que se están levantando en contra de su tirano y apuntó que la administración Obama ha hecho poco para ayudar al pueblo sirio que están siendo brutalmente por el régimen de Assad. Kyl pidió que EE.UU. debe imponer de manera inmediata una serie de sanciones al régimen sirio tales como llamar al embajador Ford, imponer la congelación de activos y la prohibición de viajar en cooperación con nuestros aliados europeos, y sancionar a cualquier entidad involucrada en la cooperación entre los dirigentes de Irán y el régimen de Assad.
Jake Sullivan, director de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de los EE.UU., comentó que en la actualidad las opciones sobre las que se está trabajando son las sanciones diplomáticas y financieras.
Estos comentarios se producen, en los Estados Unidos y Gran Bretaña, luego de que el régimen sirio respondió a las manifestaciones de Daraa -donde comenzaron los levantamiento- con el envío de tanques y un asalto masivo de por parte de las FFAA.
Más allá de las dudas de los aliados occidentales, existe la seguridad que Al-Assad está decidido a sofocar la revuelta si o si. El envío de los tanques es un señal de las inteciones del régimen –más allá que un tanque no es efectivo en una represión urbana- si posee un efecto psicológico a partir de su capacidad de fuego.
La estrategia de Al-Assad es convencional y está basada en la idea de generar "conmoción y pavor" de manera rápida y efectiva, a partir de una abrumadora superioridad de fuego que produzca un desenlace veloz y contundente; una estrategia similar a la intentada por los EEUU en Iraq- de golpear duro y rápido. El régimen sirio ha tenido la oportunidad de aprender del ejemplo de Libia, donde las fuerzas de Gaddafi evitaron de manera rápida que los rebeldes se reagruparan mediante un ataque decisivo que finalmente le permitió recuperar el control de gran parte del territorio.
Hoy el régimen sirio no está en posición de anular a la oposición, en particular después del avance de sus reclamos que pasaron de un pedido de reformas a exigir la dimisión del presidente Al-Assad y el fin del el Partido Ba´ath. Además la oposición se está animando a reclamar cosas que eran impensables hace solo 30 días, tales como el fin de las fuerzas de seguridad secretas –mukhabarat-, eliminación del predominio político alawita, el fin del manejo discrecional de la economía por una elite político-financiera relacionada con las familias en el poder y la eliminación de la corrupción en todos los estamentos gubernamentales.
La oposición hasta el momento se ha mantenido dentro de las demostraciones pacíficas, pero la tentación de recurrir a las armas es una opción –no la mejor- que no se debe subestimar. En Baniyas, nueve soldados fueron asesinados; en Jable, los manifestantes se habían armado con palos, palas y otras armas demostrado el estado de ánimo y la voluntad de oponerse a la violencia del Estado con la violencia de los suyos.
Sin lugar a dudas el régimen sirio mantiene el monopolio de la fuerza y posee una notoria superioridad. Pero tampoco se puede adjudicarle a la oposición una visión naif de la situación y se sabe que el liderazgo de la oposición ha sido capaz de pasar de contrabandear teléfonos satelitales y equipos electrónicos para operar hacia el interior de Siria –el régimen ha cortado las líneas de comunicación-. Por otro lado, en la región no es difícil suplirse de armamento, de hecho el Ministerio del Interior ha denunciado que ha interceptado cargas de armas de contrabando desde Irak y Jordania.
Ha comenzado una carrera, dentro de Siria, que tiene de un lado al régimen que busca desbaratar las redes armadas secretas de la oposición, con arrestos y una fuerte tarea de Inteligencia. Del otro lado, está la oposición que necesita tiempo para consolidarse y desarrollar su infraestructura y aumentar las redes de miembros para enfrentarse con el régimen.
Si bien la respuesta conjunta anglo-americana es real, también lo son las profundas diferencias que existen en el seno de la administración Obama sobre las respuestas que EE.UU. debería tener frente a los levantamientos en el mundo árabe. Gates ha dicho que Estados Unidos aplica sus valores a todos los países de la región y apoya el derecho a la protesta pacífica; pero recalcó que las acciones de EE.UU. no serían las mismas ya que en cada país se tendrá que adaptarse a las circunstancias propias de esa realidad.
El senador Jon Kyl, número dos de los republicanos y duro crítico de la Casa Blanca- señaló que EE.UU. debería estar orgulloso de aliarse con los sirios que se están levantando en contra de su tirano y apuntó que la administración Obama ha hecho poco para ayudar al pueblo sirio que están siendo brutalmente por el régimen de Assad. Kyl pidió que EE.UU. debe imponer de manera inmediata una serie de sanciones al régimen sirio tales como llamar al embajador Ford, imponer la congelación de activos y la prohibición de viajar en cooperación con nuestros aliados europeos, y sancionar a cualquier entidad involucrada en la cooperación entre los dirigentes de Irán y el régimen de Assad.
Jake Sullivan, director de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de los EE.UU., comentó que en la actualidad las opciones sobre las que se está trabajando son las sanciones diplomáticas y financieras.
Estos comentarios se producen, en los Estados Unidos y Gran Bretaña, luego de que el régimen sirio respondió a las manifestaciones de Daraa -donde comenzaron los levantamiento- con el envío de tanques y un asalto masivo de por parte de las FFAA.
Más allá de las dudas de los aliados occidentales, existe la seguridad que Al-Assad está decidido a sofocar la revuelta si o si. El envío de los tanques es un señal de las inteciones del régimen –más allá que un tanque no es efectivo en una represión urbana- si posee un efecto psicológico a partir de su capacidad de fuego.
La estrategia de Al-Assad es convencional y está basada en la idea de generar "conmoción y pavor" de manera rápida y efectiva, a partir de una abrumadora superioridad de fuego que produzca un desenlace veloz y contundente; una estrategia similar a la intentada por los EEUU en Iraq- de golpear duro y rápido. El régimen sirio ha tenido la oportunidad de aprender del ejemplo de Libia, donde las fuerzas de Gaddafi evitaron de manera rápida que los rebeldes se reagruparan mediante un ataque decisivo que finalmente le permitió recuperar el control de gran parte del territorio.
Hoy el régimen sirio no está en posición de anular a la oposición, en particular después del avance de sus reclamos que pasaron de un pedido de reformas a exigir la dimisión del presidente Al-Assad y el fin del el Partido Ba´ath. Además la oposición se está animando a reclamar cosas que eran impensables hace solo 30 días, tales como el fin de las fuerzas de seguridad secretas –mukhabarat-, eliminación del predominio político alawita, el fin del manejo discrecional de la economía por una elite político-financiera relacionada con las familias en el poder y la eliminación de la corrupción en todos los estamentos gubernamentales.
La oposición hasta el momento se ha mantenido dentro de las demostraciones pacíficas, pero la tentación de recurrir a las armas es una opción –no la mejor- que no se debe subestimar. En Baniyas, nueve soldados fueron asesinados; en Jable, los manifestantes se habían armado con palos, palas y otras armas demostrado el estado de ánimo y la voluntad de oponerse a la violencia del Estado con la violencia de los suyos.
Sin lugar a dudas el régimen sirio mantiene el monopolio de la fuerza y posee una notoria superioridad. Pero tampoco se puede adjudicarle a la oposición una visión naif de la situación y se sabe que el liderazgo de la oposición ha sido capaz de pasar de contrabandear teléfonos satelitales y equipos electrónicos para operar hacia el interior de Siria –el régimen ha cortado las líneas de comunicación-. Por otro lado, en la región no es difícil suplirse de armamento, de hecho el Ministerio del Interior ha denunciado que ha interceptado cargas de armas de contrabando desde Irak y Jordania.
Ha comenzado una carrera, dentro de Siria, que tiene de un lado al régimen que busca desbaratar las redes armadas secretas de la oposición, con arrestos y una fuerte tarea de Inteligencia. Del otro lado, está la oposición que necesita tiempo para consolidarse y desarrollar su infraestructura y aumentar las redes de miembros para enfrentarse con el régimen.
Mientras esta carrera sucede, la falta de respuestas concretas por parte de Estados Unidos y Europa responden a esta realidad: si la oposición siria decide ir a un enfrentamiento y falla, se pedirá la intervención occidental de la misma manera que en Libia, solo que ahora es poco probable que los aliados intervengan. Por otro lado si la oposición armada tiene un cierto grado de éxito y llega a combatir en igualdad de condiciones con el régimen no se aseguraría la democracia sino una guerra civil, situación que derivaría en un alto número de refugiados y desestabilizaría a la región.
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