Las protestas en Siria estallaron inicialmente en la sureña ciudad de Daraa hace tres semanas ahora se han trasladado a Douma -un centro urbano cercano a Damasco- donde miles de personas se reúnen cada noche para manifestarse por los abatidos a manos de las fuerzas de seguridad. El barrio sunita de Douma ha surgido como un nuevo foco de rebelde; a diferencia de Daraa –donde los reclamos eran sobre la corrupción local- en Douma la demanda clave de los manifestantes ha sido el fin de la ley de emergencia.
Las autoridades han culpado a "grupos armados" de abrir fuego y matar a un número indeterminado de ciudadanos y miembros de las fuerzas de seguridad en Douma, el pasado viernes; también señalaron que dos policías murieron en un pueblo cercano durante una patrulla de rutina. Testigos dijeron que las fuerzas de seguridad mantienen un perfil bajo y la policía secreta se ha retirado a sus cuarteles sólo para reducir la rabia en las calles.
Frente a este escenario, cabe preguntarse qué tipo de apoyo tendría el régimen si debiese enfrentarse con los manifestantes, ya no en un contexto rural y focalizado, sino en un medio urbano con cientos de miles en las calles.
Oficiales de alto rango del ejército sirio se encuentran entre los miembros leales al presidente Bashar al-Assad y esta realidad reduce la presión militar sobre él, aun si las protestas aumentan en número y manifestantes. A diferencia de los ejércitos en Túnez y Egipto, cuya negativa a hacer frente a manifestaciones no violentas significó el final de sus gobernantes autocráticos, el destino de muchos de estos oficiales de alto rango del ejército sirio está estrechamente ligado al del presidente Al-Assad.
Maher Assad, hermano del presidente, controla las unidades militares claves conformadas en mayor parte por soldados alawitas; aunque algunos oficiales de la mayoría sunita han sido promovidos a rangos superiores, la influencia sunita se ha debilitado y el mando sobre las tropas es mínimo. El régimen se ha cuidado de colocar a los oficiales leales alawitas en todas las posiciones clave dentro de las FFAA, de allí que el régimen pueda fácilmente desactivar cualquier esfuerzo para derrocarlo.
A pesar de esta situación favorable, el régimen no puede utilizar las FFAA de manera indiscriminada contra la sociedad sunita, ya que ello aumentaría el recelo que esta minoría provoca en la población; por otro lado el Ejército tiene soldados conscriptos y oficiales de bajo rango que ven de primera mano la corrupción estatal en sus superiores y en muchos casos son víctimas de ella. Sin lugar a dudas, la Guardia Republicana de Maher Al-Assad podría fácilmente por si misma sofocar cualquier revuelta, pero no queda claro si el resto del Ejercito participaría en la represión armada de civiles indefensos.
El Ejército podría no pedirle la dimisión a Bashar Al-Assad, pero tampoco lo ayudaría a apagar las manifestaciones sociales si él se excede en la represión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario