miércoles, 31 de octubre de 2012

El contagio sirio en Iraq


Irán y Siria han acordado una permuta de gasolina por diesel, ayudándose mutuamente a superar las sanciones internacionales que les han cortado los suministros de combustible necesarios para mantener sus economías a flote y a sus ejércitos operativos; el buque petrolero iraní Hillari llegó al puerto sirio de Banias hace una semana y entregó 34.500 toneladas de gasoil, luego fue cargado con una cantidad equivalente de gasolina en el puerto sirio, con destino a Irán. Una operación similar se produjo durante el verano, cuando el mismo buque operando con un nombre diferente, llegó a Siria a finales de junio y principios de julio salió para completar un intercambio de combustible.

En declaraciones a los periodistas en la capital de Croacia, la Secretaria de Estado Hillary Clinton dijo que EE.UU. estaba sugiriendo nombres y organizaciones que deberían ocupar un lugar destacado en la ronda de conversaciones que comenzará la próxima semana en Doha, Qatar; Clinton rechazó el Consejo Nacional Sirio (CNS) –principal grupo de oposición con sede en París de opositores que han vivido en el exilio durante décadas- diciendo que sus días de liderazgo han terminado. El cambio de política refleja tanto el fracaso del CNS para ganar legitimidad política como el deseo del gobierno de Obama para ser visto como un actor con liderazgo en la formación de una oposición capaz de generar el apoyo de los grupos minoritarios sirios.

Conseguir la estrategia política correcta es clave para el gobierno de Obama, ya que ha descartado la asistencia militar a los rebeldes o una intervención militar de EE.UU -en forma de ataques aéreos o de zona de exclusión aérea sobre Siria- pero insiste en que sería útil proporcionar armas a una coalición de grupos rebeldes; pero muchos de estos elementos son cuestionables y existe la posibilidad que la lealtad de estos grupos a EE.UU. sea transitoria y decidan utilizarlas en contra de Israel o de los intereses estadounidenses en un escenario pos Al-Assad.

Francia, el otro Estado occidental que desea el fin del régimen sirio, se apresta a presionar a Rusia -uno de los pocos aliados de Al-Assad- para que cambie el rumbo de su política exterior en Siria; en las conversaciones en París, entre los ministros de RREE y de Defensa, se espera que un abordaje de la cooperación entre Rusia y la OTAN en un sistema de defensa antimisiles, la disputa sobre el programa nuclear de Irán, Afganistán y la crisis en Mali, según las autoridades francesas. Pero al tope de la agenda estará el conflicto en Siria y hubo signos previos sobre la posición de Rusia cuando la semana pasada, disparó ojivas ficticias desde aviones, un submarino sumergido y un bunker bajo tierra en una demostración de fuerza en coincidencia con las tensiones entre Moscú y Washington sobre el espacio de defensa.

Mientras los aliados del régimen y la oposición analizan cursos de acción frente a las diferentes alternativas del conflicto, la violencia en el terreno sigue en pleno incremento; la explosión cerca de la mezquita de Sayyida Zainab -al sur de Damasco- mediante una motocicleta-bomba, es un peligroso anuncio ya que esa mezquita es un popular lugar de peregrinación y ha sido el corazón de las campañas de reclutamiento de chiitas iraquíes que apoyan al régimen sirio. La mezquita, reconstruida por Irán en 1990, se basa en el supuesto lugar de enterramiento de Zainab, la hija de los Profetas y esposa del califa Ali, que es muy venerado por los chiitas.

El grupo "Abu Al-Baraa bin Malek", una célula especializada de los terroristas suicidas dentro de Al-Qaeda de la guerra iraquí de 2003, publicó un mensaje en línea reclamando la responsabilidad por el ataque. El mensaje es particularmente alarmante, ya que un atentado contra un santuario chiita de Iraq -por militantes sunitas- desencadenó el peor de los combates de la guerra civil sectaria iraquí.

En toda la provincia iraquí de Anbar, las charlas de las reuniones tribales sunitas giran en torno a la posible guerra sectaria y han desplazado el debate sobre la política local; muchas personas del corazón sunita iraquí -otrora bastión local de Al Qaeda- están ayudando a sus parientes del otro lado de la frontera y los líderes sunitas han establecido corredores para el envío de alimentos y suministros a sus familiares sirios. Para el Primer Ministro iraquí Nuri al-Maliki y otros líderes chiitas, la perspectiva de un líder radical sunita en Siria es la mayor de sus pesadillas; ellos temen que envalentone a los propios líderes sunitas del país y podría tentar a los insurgentes en Siria para trasladarse a Irak.

Funcionarios iraquíes y traficantes de armas reconocen que la intensificación del conflicto ha impulsado la demanda en los mercados de armas en Irak. Ante el temor que los insurgentes crucen a Iraq, a través de la frontera, Al-Maliki ordenó a principios de este año el cierre del cruce de Qaim -en Anbar- y Divisiones del ejército han reforzado la frontera, donde las tropas de vez en cuando intercambian disparos con los rebeldes sirios y contrabandistas.

EE.UU. ha advertido sobre la posibilidad de un “secuestro yihadista” de la revolución siria ante la creciente influencia de estos grupos en las operaciones rebeldes contra el régimen de Al-Assad; ciertamente los avances de los últimos meses se deben a la llegada de grupos islámicos con experiencia en otros escenarios bélicos –Libia, Afganistán, Iraq- sumado el flujo de dinero y armas de los Estados del Golfo. La oposición siria, interna y externa, no ha podido capitalizar los logros en el campo de batalla y las divisiones son tales que no existe una base mínima de partida para gobernar Siria si Al-Assad deja el poder mañana; el problema es cada Estado con intereses en Siria patrocina a los grupos afines y es esa diversidad de grupos e intereses los que conspiran contra una resolución política del conflicto.


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