viernes, 14 de junio de 2013

Mitos y verdades de la ayuda norteamericana a los rebeldes de Siria


El Asesor Adjunto de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, dio a conocer una declaración donde se precisa que después de la evaluación ordenada por el presidente Obama y realizada por comunidad de Inteligencia en abril, se determinó que el régimen de Al-Assad ha utilizado armas químicas -incluido el agente nervioso sarín- a pequeña escala contra la oposición varias veces en el último año. Según Rodhes, “Nuestra comunidad de Inteligencia tiene una gran confianza en la evaluación dados los múltiples flujos de información independientes. La comunidad de inteligencia estima que entre 100 y 150 personas han muerto por ataques con armas químicas detectadas en Siria hasta la fecha, sin embargo, los datos sobre las bajas son probablemente incompletos”.

Obama había dicho que el uso de armas químicas sería cruzar una "línea roja", lo que sugiere una mayor intervención norteamericana. Rhodes dijo que Obama tomó la decisión de autorizar la ayuda militar a los rebeldes, el alcance total de la ayuda autorizada por la Casa Blanca todavía no está claro; pero se especula que el gobierno de EE.UU. podría darle a los rebeldes una serie de armas livianas: fusiles de asalto, granadas propulsadas por cohetes y otros proyectiles antitanque que los rebeldes podrían operar sin una formación significativa.

La embajadora de EE.UU. en ONU, Susan Rice, detalló los ataques, en una carta al Secretario General de la ONU Ban Ki-moon, donde se precisa que el agente Sarín fue utilizado en un ataque 19 de marzo -en el suburbio de Aleppo Khan Al-Assal- y posteriormente en un ataque de 13 de abril en el barrio Shaykh Maqsud, de Aleppo. También dijo que productos químicos no especificados, posiblemente incluyendo agentes de guerra química, se utilizaron el 14 de mayo en un ataque a Qasr Abu Samrah y en otro ataque el 23 de mayo contra Adra. La carta decía una evaluación actualizada de Inteligencia de EE.UU. llegó a la conclusión "que el gobierno sirio ha utilizado armas químicas en pequeña escala contra la oposición varias veces en el último año.”

El gobierno de Al-Assad negó haber utilizado armas químicas y arremetió contra la decisión estadounidense de armar a los rebeldes mediante un comunicado: "Con la búsqueda de medios banales para justificar la decisión del presidente de EE.UU., Barack Obama, de armar a la oposición siria, EE.UU. está practicando una política de doble estándar flagrante en materia de terrorismo". No queda claro en qué consistirá la ayuda estadounidense, que implicaría, cuando que armas llegarían y cómo se distribuirán. Los cálculos norteamericanos parecen haber cambiado después que la administración concluyó que las fuerzas gubernamentales sirias habían utilizado armas químicas –una "línea roja"-; pero tal vez el verdadero cambio se operó luego que Hezbollah entró de lleno en el conflicto sirio y favoreció la derrota de las fuerzas rebeldes en. La intervención de Hezbollah y continuos envíos de armas a las fuerzas del gobierno por parte de Rusia e Irán han aumentado los temores de que la insurgencia anti-Assad podría colapsar.

La administración del presidente Barack Obama está llevando a cabo una nueva ronda de deliberaciones internas sobre cómo tratar con Siria, a pesar de la cobertura de los medios de comunicación, los argumentos dentro de la administración están bien ensayados en este momento y es poco probable que haya sorpresas. La presión sobre el gobierno para profundizar su participación militar en el conflicto sirio puede llegar a ser irresistible -incluso con el público mayoritariamente opuesto a esas medidas- aun a sabiendas que Siria se asemeja mucho al escenario iraquí de George W. Bush.

Los funcionarios occidentales hacen hincapié que algunos de los equipos solicitados por la oposición -especialmente los misiles portátiles antiaéreos- quedan fuera de la mesa, debido a las preocupaciones por la creciente influencia y los temores que despiertan los grupos islamistas que operan en el bando rebelde; por lo tanto, no está claro si las armas que Occidente estaría dispuesto a enviarle a los rebeldes serían suficiente para inclinar la balanza, ya que el suministro de armamento sofisticado y armas pesadas podría comenzar a cambiar el equilibrio de poder en el terreno pero esa opción está llena de riesgos que los Estados occidentales no desean tomar.

Consultados por la Casa Blanca para desarrollar opciones para Siria, los planificadores militares han dicho que la creación de un espacio para entrenar y equipar a las fuerzas rebeldes requeriría mantener aviones sirios bien lejos de la frontera con Jordania; para ello, los planificadores militares prevén la creación de una zona de exclusión aérea que se extiende hasta 25 km dentro de Siria, y que se articularía con aviones volando desde las bases de Jordania, de acuerdo con funcionarios estadounidenses. La zona de exclusión aérea limitada no requeriría la destrucción de las baterías antiaéreas sirias, y las autoridades dijeron que la Casa Blanca podría decidir si autorizan armar y entrenar a los rebeldes en Jordania -sino autoriza la zona de exclusión aérea- anuncio de la Casa Blanca podría llegar pronto, según las propias autoridades de EE.UU.

Gran parte las defensas aéreas sirias son de fabricación rusa de Siria, superiores a las de Kosovo de 1999 -incluso sin el sistema insignia ruso S-300- sin embargo, tres ataques aéreos israelíes en los últimos meses han demostrado que puede ser penetrado: Bombarderos Stealth B2 y misiles de crucero Tomahawk podían operar en el espacio aéreo sirio con relativa impunidad. Pero una zona de exclusión aérea requerirá de ataques para anular y destruir radares y misiles –EE.UU. tiene poco interés en ese tipo de operaciones-. La cobertura de radar de Siria es irregular, concentrándose alrededor de la base naval rusa de Tartus y la frontera con Israel, haciendo más fácil intervenir en algunas áreas que otras, pero los sistemas antiaéreos se encuentran en zonas civiles por lo que aumentan las posibilidades de daños colaterales.

La resolución de la guerra civil y la catástrofe humanitaria ha sido el foco de los esfuerzos diplomáticos internacionales y de EE.UU. puesto de manifiesto en la propuesta de la Conferencia de Ginebra 2, cuyo objetivo es que el régimen sirio y la oposición lleguen a un acuerdo negociado. Dicho acuerdo podría, en teoría, reducir los muertos, permitiría el retorno de los refugiados, reduciría la presión sobre los países vecinos de Siria, marginaría a los yihadistas y mitigaría el espiral de odios sectarios de la región. Y no marcaría una derrota de Irán y sus aliados.

Pero ninguna de las partes internas del conflicto parece dispuesta a tomar la opción de la transición negociada por el momento, el punto es que esa negativa de las partes sirias se deriva de la preferencia de los Estados del Golfo e Irán por una guerra en país satélite que en lograr un pacto regional sobre Siria. Por otro lado, la aplicación de una transición pactada despierta suspicacias entre los grupos de la oposición que temen que Al-Assad se aproveche de cualquier de pseudo-escalada para liquidar tranquilamente a sus oponentes, con una justificación legal.

La oposición siria ha dicho que los representantes del Ejército Libre Sirio (ELS), se reunirán con funcionarios extranjeros de sábado para discutir la forma que podría tomar la ayuda militar; el Gral. Salim Idris, jefe del ELS señaló que “esperaba tener las armas y municiones que necesitan en el futuro cercano". Loay Mikdad, una portavoz del ELS, dijo que "los animamos a tomar una decisión al respecto, mediante el establecimiento de una zona de exclusión aérea ya sea sobre toda Siria o áreas a elegir, basándose en sus consideraciones técnicas o militar sobre el terreno para garantizar zonas seguras para los civiles”. Los rebeldes tampoco tienen un genuino interés en negociar una salida política del conflicto.

Los planificadores militares creen que sería peligroso establecer una operación de gran envergadura dentro de Jordania, para armar a los rebeldes sirios, sin contar previamente con una zona de exclusión aérea para mantener a la Fuerza Aérea siria alejada; pero incluso si se crea una “zona de amortiguación limitada” donde los aviones sirios no puedan operar tendrá un fuerte costo económico –aproximadamente u$s 50 millones por día- por lo que una zona de exclusión aérea total sobre Siria tendría un costo muy alto. Las autoridades de EE.UU. esperan que la operación se lleve a cabo con otros aliados, que podrían ayudar a pagar el costo de una zona de exclusión aérea, pero la experiencia de Libia demostró que tanto Francia como Gran Bretaña no tienen los medios para una campaña prolongada y son reticentes a desembolsar los fondos necesarios.

Si EE.UU. y sus aliados de verdad quieren cambiar el curso de la guerra en Siria, esto puede tardar mucho más que el simple suministro de armamento a una oposición vacilante y requiere un cambio de mentalidad en los funcionarios occidentales que todavía creen en un jaque mate al régimen para forzar la salida del presidente Al-Assad mediante un acuerdo negociado.


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