Más de quince monitores de ONU, de un equipo de avanzada total de 30, se espera que estén en Siria antes del lunes y se están encaminando todos los esfuerzos se están realizando para llegar al máximo de 300 observadores; Ahmad Fawzi, el portavoz de Kofi Annan, dijo que se trata de un proceso que lleva tiempo, para ponerse en contacto con los Estados miembros y para que ellos lleguen a un acuerdo, para transferir tropas de otras misiones de paz a ONU.
Mientras que el gobierno de Siria y los rebeldes intercambian la culpabilidad sobre una gran explosión que mató a 16 personas en Hama, así como los diferentes incidentes acaecidos en estas dos semanas de cese al fuego. Fawzi señaló que dos de equipo de ONU están estacionados en Hama y visitaron el sitio de la explosión, pero no se dieron más detalles; además Fawzi expresó su alarma por informes de tropas del gobierno que habían entrado a Hama, después de los observadores partieron, disparando armas automáticas y matando un número significativo de personas.
Aunque Fawzi dijo que había violaciones de las condiciones de la tregua -como la permanencia de armas pesadas en zonas pobladas- hay "pequeñas señales de cumplimiento que el plan de Annan está en camino y que la crisis de un año no se va a resolver en un día o una semana". Sus comentarios se produjeron casi en respuesta a denuncias del grupo opositor, Comités Locales de Coordinación, que reportó la muerte de 33 personas en una renovada oleada de violencia en todo el país.
Para Fawazi, el plan de Annan sigue por "el buen camino" e insistió, a pesar del escepticismo de EE.UU. y otros que el alto el fuego que ha sido ampliamente ignorado por las fuerzas estatales y rebeldes. La evaluación se produjo un día después que el presidente Obama dio una visión más sombría y señaló que este puede ser el momento para que el mundo reconozca que el alto el fuego no se está llevando a cabo y se busque otro enfoque; la mayoría de los observadores coinciden que el plan de Annan ha hecho poco para detener la violencia, pero hasta ahora ONU no parece dispuesta a dar por terminado el plan a pesar de las violaciones.
Hoy las fuerzas sirias mataron al menos a cinco personas, cuando dispararon contra manifestaciones en Damasco que pedían la renuncia del presidente Bashar Al-Assad y en la ciudad Alepo. El tiroteo ocurrió a pesar del alto al fuego, mientras que el gobierno sirio justificó las acciones diciendo que estaba “luchando contra terroristas respaldados desde el extranjero".
Los disturbios luego de las oraciones de los viernes volvieron ser parte del paisaje en Siria, con grandes manifestaciones en Homs, Hama y otros bastiones de la oposición. El dato del día fueron las manifestaciones kurdas en Qamishli; mientras que kurdos sirios, vistiendo la bandera de la oposición siria, participaron en una sentada frente a la sede de la ONU en Beirut, Líbano, en solidaridad con los manifestantes anti-gubernamentales en Siria.
Los kurdos y armenios, así como otros grupos minoritarios étnicos representan alrededor del 10% de la población, junto al 10% de cristianos, mientras que los musulmanes se dividen entre sunitas, chiitas, alawitas y drusos; la mayoría de los musulmanes son sunitas aunque los alawitas gobiernan el país.
El gobierno sirio está dominado en por funcionarios alawitas –aunque hay sunitas del partido Baa’th- y ha agitado desde el comienzo del conflicto la bandera de la lucha sectaria, impulsada por Estados con intereses en el país, como la causa de la violencia en lugar de los reclamos de apertura de décadas de gobierno autocrático. El régimen sirio ahora alega también que extremistas sunitas cruzan la frontera desde Irak, y otros lugares, para llevar a cabo actividades terroristas que fomentan las divisiones sectarias; los recientes atentados en Idlib y Damasco han reforzado la hipótesis estatal del terrorismo por sobre los motivos políticos de las revueltas.
Lo cierto es que los asesinatos en represalia, entre civiles sunitas y alawitas, han ido en aumento los últimos meses y se han sumado a los factores preexistentes que hacen temer por una profundización de las divisiones sectarias; ello que cambiaría el eje pacífico de las protestas hacia una guerra civil total. Mientras más se dilata la resolución de la situación, los enfrentamientos irán en aumento, por lo que las minorías en algún punto se enfrentarán inexorablemente; los milicianos sunitas no van a soportar por mucho tiempo que los soldados alawitas masacren sus poblaciones ni los cristianos van a dejar que los sunitas se queden con el poder, solo por citar algunos ejemplos.
El otro punto crucial es, que mientras más larga sea la resolución, también aumentará la posibilidad del contagio a países vecinos -como Líbano- que se están convirtiendo en plataformas para aliados y opositores al régimen sirio. Si bien hay un aspecto humano del conflicto en Siria, la dimensión geopolítica del levantamiento en Siria, hace que sea ésta relegada a un segundo plano y se prioricen los intereses estratégicos de las potencias dentro de la zona. Mientras la población civil siria se encamina a una guerra sectaria como la que padeció Líbano décadas atrás.
Si bien el verdadero interés de muchos actores sobre Siria, gira en relación a un recambio o no de autoridades y los enfrentamientos entre minorías religiosas podrían considerarse como “un daño colateral”; lo cierto es que una guerra civil religiosa afectaría los intereses de todos los actores, internos y externos. El último cambio de balance de poder en la región es el caso de Irak, donde luego de la intervención de EE..UU., un país históricamente gobernado por sunitas giró hacia los chiitas y las minorías están pagando un alto precio.
Como muchas otras minorías dominantes a lo largo de la historia de Oriente Medio, los alauitas liderados por Al-Assad, han protegido a otros grupos y así manipulan a las otras minorías de Siria. Mientras se mantenga la lógica que los alawitas deben dejar el poder y que serán dominados por los sunitas, la solución política en Siria será imposible.
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