Ahrar Al-Sham, un grupo yihadista cuyo nombre significa en árabe "Hombres Libres de Siria", está emergiendo de las sombras apelando a las raíces nacionalistas y a las formas más moderada del Islam; en los últimos meses se ha comenzado destacar en todos los frentes de batalla desde Idlib y más al sur en Maarat Al-Numan. En Idlib, desempeñó un papel importante en los avances en torno a la ciudad de Jisr Al-Shughur, y muchos de los logros fueron documentados en videos.
A finales de diciembre de 2012, Ahrar Al-Sham, anunció la creación de un frente islámico agrupaba a una docena de otras organizaciones como Ansar Al-Sham, Liwa Al-Haq y Jamaat Al-Taliaa; el 31 de enero otros grupos anunciaron que se habían unido fuerzas a Ahrar al-Sham para formar una coalición más amplia denominada "Harakat al-Sham Ahrar al-Islamiyya" (El Movimiento Islámico de Ahrar Al-Sham). Cuando se estableció a finales de 2011, Ahrar Al-Sham constaba de unas 25 unidades rebeldes repartidos en Siria y en la actualidad llegan a las 60 unidades; la mayoría de tienen su sede en los pueblos de la provincia de Idlib pero muchos otros se encuentran en Hama y Alepo y algunas de estas unidades han participado en los intensos combates como las Brigadas Qawafel Al-Shuhada y Ansar Al-Haqq (en Sheikhoun Khan), la Brigada Al-Tawhid Wal-Iman (en Maarrat Al-Nouman), la Brigada Shahba (ciudad de Aleppo), la Brigada Hassane bin Thabet Brigade (Darat Ezza), y las Brigadas de Salahaddin y Abul Fida-(ciudad de Hama).
Aunque algunos yihadistas árabes extranjeros luchan entre sus filas, la mayoría de los combatientes son sirios y -de acuerdo a una fuente cercana- los fundadores eran ex prisioneros políticos de la prisión de Sednaya, que fueron liberados en una amnistía. Ahrar Al-Sham apoya la creación de un Estado islámico basado en la sharia, pero aunque su retórica está cargada de referencias islámicas, en el fondo su objetivo es restaurar la soberanía del pueblo sirio y acabar con la dictadura; otro dato distintivo es que a diferencia del Jabhat Al-Nusra, goza del apoyo popular ya que sus combatientes son locales de los pueblos y ciudades de la región donde operan, además se abstienen de participar en atentados suicidas.
Si bien los miembros del grupo son salafistas, colaboran con el Ejército Libre Sirio (ELS) y otros grupos rebeldes seculares, sin embargo, no mantiene lazos con el Consejo Nacional Sirio (CNS). A pesar de la coordinación con otros grupos, mantiene su propio liderazgo en estricto secreto y reciben la mayor parte de su financiación de donantes del Golfo. Otras diferencias con algunos otros grupos yihadistas son que Ahrar Al-Sham es salafista y no pan-islamista, ha cancelado varias operaciones debido al posible daño a civiles, proporciona ayuda humanitaria y reparte folletos que promueven el compromiso religioso en la vida diaria.
Jabhat Al-Nusra, el grupo islámico vinculado con Al-Qaeda, está copiando estas iniciativas y proporciona alimentos y otros artículos de primera necesidad entre la población de las ciudades devastadas por los enfrentamientos en un intento por aumentar su popularidad para cuando el régimen de Bashar Al-Assad caiga. En un video promocional de Al-Nusra, combatientes enmascarados entregan verduras frescas en el este de Deir Al Zour, donde el grupo ha visto una serie de victorias militares, e impuso la sharia en las zonas donde derrotó a las tropas del gobierno.
Los éxitos militares de los rebeldes llegaron de la mano de batallones islámicos con un mando descentralizado y que responden tanto a Ahrar Al-Sham o a Jabhat Al-Nusra: la base aérea de Al-Jarrah -30 km. al este de Aleppo- fue tomada por combatientes de Ahrar Al-Sham y ante las cámaras los rebeldes se apropiaron del almacén con municiones y armas; la represa hidroeléctrica Thawra -sobre el Éufrates es una de las instalaciones generadoras de energía más grandes- fue copada por los rebeldes luego de una negociación con el ejército sirio que abandonó la represa, pero la misma sigue en funcionando y proporciona energía. Finalmente, grupos cercanos a Al-Nusra tomaron el acceso "Liwa 80" del Aeropuerto Internacional de Aleppo, apoderándose de grandes cantidades de municiones e incluyendo algunos misiles antiaéreos portátiles.
Jabhat Al-Nusra publicó un folleto, "Estrategia Regional de Guerra en Siria", donde presenta una seria y planificada visión de la yihad en Siria; según el estudio, "la próxima batalla de Damasco será la supervivencia de los más inteligentes" y explica cómo el entorno yihadista de Jabhat al-Nusra comenzó a surgir basado su trabajo en tres pilares.
El primer pilar fue hacerse cargo de la vecindad de las bases militares -como el Regimiento 46 y la base Sheikh Suleiman- con la ayuda de los batallones aliados, más árabes extranjeros y un número limitado de los sirios con tendencias yihadistas; así Jabhat Al-Nusra comenzó a mover sus elementos de combate hacia las zonas propensas a abrazar la ideología yihadista y dispuestas a luchar por ella. El segundo pilar, es el desarrollo de un determinado "papel funcional" para los yihadistas -cuyo papel se ha limitado a la realización de la actividad militar- porque la guerra en Siria "que nos devuelven a las leyes de la selva y la supervivencia del más apto". Jabhat Al-Nusra estima que el proceso de adhesión tiene limitaciones en la sociedad y requiere el abandono de las tácticas utilizadas en el "Estado Islámico de Irak" y los marcos administrativos complejos que inevitablemente condujeron a su desaparición. Y el tercer pilar es el principio de "la prolongación del conflicto", por esto el grupo rechaza una solución política como la propuesta por el enviado de ONU, Lakhdar Brahimi.
Por otra parte, el Frente Al-Nusra primero y ahora Ahrar Al-Sham, son los principales beneficiarios del éxito en el terreno de las diferentes brigadas rebeldes, no solo en el plano militar sino también en área social; han establecido redes de beneficencia y están ayudando a la gente con suministros para la subsistencia diaria. Sin embargo, el logro más importante radica en que en algunos lugares –como en Aleppo o Mayadin– donde los militantes islamistas detentan el control de las ciudades, han intervenido para garantizar la seguridad -después de los saqueos- y ordenaron las caóticas colas para obtener alimentos. Los grupos islámicos lentamente comienzan a llenar el vacío de poder estatal, y si bien este paso resulta auspicioso, a medida que su influencia crezca también lo hará su potencial para crear conflictos con otros grupos rebeldes que no comparten los objetivos de un Estado islámico.
Mientras que gran parte de los Estados opositores a Bashar Al-Assad han buscado su derrocamiento por casi dos años focalizando su presión sobre el ejército y la economía siria, las potencias extranjeras han fracasado en formular un bloque opositor de unidad, que sea capaz de sostener un gobierno de transición firme que les garantice a los sirios que no se repita un escenario similar al iraquí pos-Saddam. Las primeras agrupaciones políticas fracasaron porque no estaban lideradas por sirios locales sino por figuras en el exilio que no guardaban conexión con la sociedad en el terreno; mientras que las posteriores coaliciones se debilitaron por su apoyo a la intervención militar extranjera y a la sustentación brindada por EE.UU. y los países árabes rivales de Siria.
Es por ello que iniciativas como el nuevo plan de paz para Siria propuesto por Arabia Saudita "bajo supervisión de la ONU", que implica la creación de un senado de 140 miembros cuya tarea será la de dirigir el proceso de diálogo entre el régimen y la oposición durante la fase de transición para supervisar el traspaso de poder. Si bien 102 miembros del Senado sería elegido "bajo la estricta supervisión de la ONU, los restantes 38 serán designados por el régimen, la oposición y las instituciones religiosas el proyecto no entra en detalles sobre el destino de Bashar Al-Assad.
En la primera respuesta directa del gobierno sirio, el Ministro de Reconciliación Nacional, Ali Haidar, dijo esta semana que estaba dispuesto a viajar a El Cairo donde Moaz Alkhatib ha instalado las oficinas de la oposición; pero Haidar rechaza cualquier diálogo que tenga como objetivo "entregar el poder al otro lado" e insistió en que la negociación formal debe tener lugar en territorio sirio. La iniciativa de Moaz Alkhatib, respecto de negociar una salida para el presidente Bashar Al-Assad, tomó por sorpresa a los 70 miembros de la asamblea de la coalición opositora; de hecho la Hermandad Musulmana -único grupo opositor organizado- calificó a la iniciativa como un daño a la revolución.
La calle siria está convencida que Al-Assad no será capaz de revertir los avances de los rebeldes que prevalecerán por encima del ejército sirio, aun con el apoyo de Rusia e Irán; tal como sostiene el líder opositor, Hassan Abdel-Azim, el régimen no será capaz de aplastar la revolución y los rebeldes no serán capaces de derrocar al régimen, por lo que el país caerá bajo el control de las bandas armadas que representan un grave peligro no sólo a Siria, sino para sus nuestros vecinos regionales. Debido a que no existe una alternativa dentro de la oposición, que sea capaz de gobernar para todos los sirios cualquiera sea su religión o etnia, cualquier iniciativa política no resulta adversario para el presidente Al-Assad.
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