martes, 14 de junio de 2011

El Ejército de Siria y su situación frente a los manifestantes









Darwish Mohammad Fidou –un soldado conscripto sirio- era parte de una unidad militar, que recibió la orden de abrir fuego contra los manifestantes en la ciudad de Homs, que se negó y desertó, tomando parte en las protestas contra el régimen en la ciudad noroeste de Jisr Al-Shughour. Fidou se reportó para el servicio y luego de 15 días de formación en técnicas de control de disturbios fue instalado en Homs, donde se le ordenó a su unidad que disparase directamente contra la población civil para sofocar los disturbios.

En su relato, Fidou señaló que los comandantes ordenaban disparar a la gente, y si no disparaban, mataban a los soldados con francotiradores designados para eliminar a los desertores. Él dijo que fue testigo de soldados disparándose unos a otros, un ejército dividido frente a las órdenes de matar a los manifestantes; Fidou logró escapar con un pase de franco y no regresó a su base, huyendo de la violencia hacia Turquía.

Sin embargo hay poca evidencia de un motín a gran escala de los soldados sirios. No hay evidencia sólida de que se dispararon unos a otros, y existen algunas pruebas de que los jóvenes de Jisr tendieron una trampa para los soldados sirios con armas sencillas y dinamita.

Las crónicas de los soldados que llegan a Turquía son demasiado coincidentes al afirmar que las tropas están divididas, que hay deserciones y los soldados comenzaron a dispararse contra unos a los otros. Anita McNaught, de la cadena Al-Jazeera informó sobre una conversación con un desertor del ejército sirio que huyeron hacia la frontera con Turquía: "Él dice que el ejército sirio se encuentra en el proceso de división, porque hay tantos soldados que, como él, no puede soportar la orden de disparar contra su propio pueblo”.

Mientras el gobierno afirma haber desbaratado una organización terrorista, que contaba con explosivos, trampas explosivas, y afirma haber interceptado comunicaciones de los rebeldes discutiendo cómo atacar el ejército y como enmarcar el incidente de la mejor manera posible para ellos.

La televisión siria informó el domingo por la noche de una fosa común que contenía los cuerpos mutilados de los miembros la policía y las fuerzas de seguridad, que murieron a manos de grupos terroristas armados en Jisr al-Shughour. El corresponsal dijo que una fosa común contenía los cuerpos de 12 miembros de las fuerzas de seguridad -no 120 como inicialmente afirmó el propio gobierno- mientras que se hacía mención en la crónica de la crueldad y las atrocidades cometidas por los grupos terroristas ya que mutilaron los cuerpos y les cortaron la cabeza y las extremidades con hachas.

La televisión estatal transmitió también la confesión de los terroristas, Nafe Anwar al-Dosh, un miembro de los grupos armados terroristas de al-Jisr Shugour, quien narró los detalles de la masacre cometida contra las fuerzas policiales y de seguridad. Un miembro de los grupos terroristas que participaron en esta masacre confesó a mutilar los cuerpos de las fuerzas de seguridad junto con otros, diciendo que ellos también violaron y asesinaron a un número de mujeres y arrojaron sus cuerpos en el río Orontes.

El lunes, unidades del Ejército restauraron la seguridad y tranquilidad a la ciudad de Jisr al-Shaghour después de borrar a los grupos armados terroristas que aterrorizaron a la población local, atacaron propiedades públicas y privadas, y causaron estragos en la ciudad, de acuerdo a los medios oficiales.

Hasta ahora la explicación más lógica parecería ser que los soldados –encontrados en las fosas comunes- fueron al pueblo de Jisr al-Shughour con la misión de disuadir a los manifestantes y fueron atacados por los jóvenes del lugar con armas de caza y objetos cortantes; luego enterraron sus cuerpos para negar la participación de armas en el hecho. El ejército sirio exageró el número de sus muertos con el fin de justificar la represión, cada vez más duras en Jisr y en la provincia de Idlib, presentado a los jóvenes como una organización terrorista peligrosa, más allá de si los habitantes tomaron sus armas o no.

El gobierno sirio se está movilizando para detener la propagación de las manifestaciones, sin logros definitivos hasta ahora. Mientras Occidente está convencido que el pueblo sirio está con la oposición y a favor la revolución, las autoridades sirias han fracasado completamente al salir de su versión de los hechos y han perdido el concurso de los medios de comunicación; los intentos del gobierno por explicar a los gobiernos occidentales que están con el pueblo y que buscan evitar situaciones más sangrientas con la represión de la revuelta, han sido un fracaso y el despido de Rim Haddad -cabeza del esfuerzo oficial en los medios- es una clara prueba de ello.

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