viernes, 1 de noviembre de 2013

La línea roja de Israel



Según informes de los rebeldes sirios, una gran explosión se produjo cerca de la base del Ejército en Latakia el miércoles por la noche. Un testigo publicó en Twitter que la explosión ocurrió cerca de la ciudad costera de Al-Jableh -30 km al sur de Latakia- un bastión de los alawitas de Al-Assad. Si bien no está del todo claro quién está detrás del ataque a la base, los medios de comunicación sirios y libaneses acusan a Israel, según el Canal 2 los objetivos del ataque fueron los misiles Neva -de fabricación rusa-, así como una batería de misiles SA-3, que también incluye un centro de mando con un radar de seguimiento de los objetivos de los misiles y antenas radiodifusión para realizar un seguimiento de los misiles.

Un informe de la cadena libanesa MTV señaló a Turquía de estar detrás del ataque. El informe citó a funcionarios libaneses israelíes que supuestamente afirmaban que el ataque se produjo en respuesta al derribo del jet militar turco, en junio de 2012, pero el informe no pudo ser confirmado de forma independiente. Pero más temprano el miércoles, la agencia de noticias del gobierno libanés informó de seis aviones israelíes volando por el espacio aéreo libanés a lo largo de la costa norte de Beirut.

Afaq Ahmad, un desertor de la Inteligencia de la Fuerza Aérea con contactos en la región de Latakia, dijo que Israel atacó una batería de misiles estratégicos cerca de una aldea llamada Ain Shikak donde las fuerzas de Al-Assad almacenan los misiles de largo alcance rusos. Ahmad señaló que "Israel sabe que Al-Assad ha perdido la capacidad de responder (...) Por lo tanto, ha ejecutado los ataques por sorpresa contra las armas que podrían representar la mayor amenaza en manos de Assad o si son transferidos a Hezbollah”.

Israel ha identificado varios sistemas de armas a las que considera que pueden “cambiar el juego” como: las armas químicas, los misiles Yakhont anti-buque y los misiles antiaéreos SA-17. Se cree que en enero Israel destruyó un cargamento de SA -17 con destino a Hezbollah -según funcionarios estadounidenses- y en mayo se dice que atacó un cargamento de misiles iraníes Fateh-110 cerca del aeropuerto de Damasco. 

Israel deliberadamente mantiene en silencio sobre sus acciones en Siria para mantener a raya las tensiones y así trata de evitar que Al-Assad se vea obligado a responder. Es por ello que los israelíes han logrado crear confusión mediante el uso de proyectiles o misiles que se pueden arrojar a muchos kilómetros del blanco; esto es consistente con las declaraciones de los lugareños que dijeron que no oyeron aviones de combate en el momento de las explosiones y que hubo una confusión inicial acerca de quién estaba detrás del ataque. 

Por otra parte, los ataques selectivos de Tel Aviv señalan la frustración por la política de Washington en Oriente Medio y la preocupación que el presidente Barack Obama haya sido demasiado blando con Siria e Irán. El diario de mayor tirada israelí, Yedioth Ahronoth, recientemente publicó que "Washington está vendiendo barato nuestros secretos.“ Por el lado de EE.UU. existe un alto nivel de irritación sobre las operaciones israelíes, ya que si bien el mensaje es para Al-Assad, la complejidad de la situación atenta contra la agenda diplomática EE.UU. 

Los israelíes sienten que tienen que protegerse a sí mismos, en lugar de depender de EE.UU., quien ya ha demostrado que tiene un bajo interés de participar en una acción militar contra el régimen sirio. Adicionalmente, Israel envía la señal que Israel está dispuesto a usar la fuerza, y que puede ejercer presión sobre EE.UU., si considera que su aliado está dispuesto a utilizar la fuerza militar contra Irán. 

Las incursiones aéreas israelíes también pueden alinearse con los gestos políticos sauditas. Cuando Arabia Saudita se negó a formar parte del Consejo de Seguridad y adelantó que las relaciones con EE.UU. “estarían en observación”, luego que Obama negoció con Rusia y luego con Irán; de las misma manera que los sauditas tienen dudas acerca de la política exterior norteamericana para la región, los israelíes podrían estar pensando de igual manera.

El anuncio que Siria había completado la destrucción de los equipos utilizados para producir armas químicas se produjo un día antes de la fecha límite del 1º de noviembre, establecido por la OPAQ. Pero mientras que algunos consideran al paso como un hito, en la práctica tiene poco impacto ya que el gobierno de Siria todavía tiene todo su arsenal químico funcionando. Con la etapa inicial de la verificación y la destrucción de la maquinaria de fabricación armas completada, la tarea difícil comienza ahora; el comité ejecutivo de la OPAQ tiene hasta el 15 de noviembre para decidir la mejor manera de destruir permanentemente el programa de armas químicas de Siria y sus reservas de gas mostaza, sarín y los precursores químicos.

Todavía no está claro cómo y dónde será destruido el arsenal, pero la realización del trabajo en Siria o en el transporte de las armas químicas fuera del país para su destrucción en otros países conlleva el riesgo de realizar esas operaciones en medio de una guerra civil. 

Lo que se desconoce en la actualidad es si Al-Assad ha declarado todo en su arsenal. En otros casos, como Gadafi en Libia y Saddam en Iraq, hicieron todo lo posible para ocultar sus reservas y las maniobras fueron superadas por los inspectores. Hay tres casos particulares donde la OPAQ no pudo supervisar: Safira –hoy el Ejército se enfrentó con los rebeldes-; Tel Kurdi, en Adra -está ahora bajo control de los rebeldes, pero ha estado vacía desde principios de 2013- y Al-Sucre, también en Adra -que contenía instrumentos, municiones y otras sustancias que fueron destruidos por funcionarios sirios-. En esta última locación, la OPAQ controló la operación por el vídeo porque el sitio, aunque bajo el control del gobierno, era peligroso para llegar pero no pudo constatar in situ la destrucción.

El acuerdo entre EE.UU. y Rusia para eliminar arsenal de armas químicas de Siria ha llevado a esperanza sobre un avance político. Un objetivo más inmediato y realista, así como un punto de referencia más fiable para medir diversas partes de buena voluntad, debería estar en el frente humanitario, donde la situación se está deteriorando rápidamente. Y tercero, se acerca rápidamente invierno y es hora que esto se convierta en una prioridad para todos los involucrados -autoridades sirias, rebeldes y los respectivos patrocinadores de las dos partes- y que tomen medidas para aliviar el intolerable de la población civil. 

Hay una paradoja más. A pesar que los inspectores de armas químicas pueden acceder sin trabas a algunos de los lugares más sensibles del país, la ayuda humanitaria de la ONU no puede llegar a la población civil en las zonas sitiadas. Esto es cierto incluso a pocos kilómetros de las oficinas de la organización internacional de Damasco, donde el régimen hambrea deliberada y sistemáticamente a las personas en una nueva táctica de la guerra moderna. Las tropas del régimen que se aferran a las zonas de territorio remotas también sufren un destino similar a manos de los rebeldes.





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