En su discurso sobre la política norteamericana para Oriente Medio, el presidente Barack Obama dijo que el presidente sirio, Bashar al-Assad, se enfrenta a la posibilidad de elegir entre llevar una transición democrática en su país o salir del camino. El comentario se produjo un día después de que el gobierno de EE.UU. impuso sanciones por primera vez sanciones personales al líder sirio y a sus principales colaboradores.
Los comentarios del presidente Obama llegan también en momentos donde se hacen más notorios los llamados a un cese en la violencia o enfrentarse con la posibilidad de una declaración de ilegitimidad de su gobierno; el paso previo a una posible intervención como sucedió en Libia. Los comentarios son también una señal de la reducción de la paciencia de EE.UU. para con el presidente Al-Assad, cuyas promesas de reformas se han visto demoradas y sustituidas por el uso de la fuerza.
“Mientras que Libia se ha enfrentado a la violencia en mayor medida, no es el único lugar donde los líderes han recurrido a la represión para mantenerse en el poder. Más recientemente, el régimen sirio ha elegido el camino del asesinato y las detenciones masivas de sus ciudadanos. Los Estados Unidos han condenado estas acciones, y el trabajo con la comunidad internacional se ha intensificado, incluidas nuestras sanciones al régimen sirio - anunciadas ayer contra el Presidente [Bashar] Al-Assad y los que le rodean.”
“El pueblo sirio han demostrado su valentía en la demanda de una transición a la democracia. El presidente Al-Assad tiene ahora una opción: él puede conducir esa transición, o salir del camino. El gobierno de Siria debe dejar de disparar a los manifestantes y permitir las protestas pacíficas, liberar a los presos políticos y cesar con las detenciones injustas; permitir que los órganos de Derechos Humanos a tengan acceso a ciudades como Daraa; e iniciar un diálogo serio para avanzar en una transición democrática. De lo contrario, el presidente Al-Assad y su régimen seguirá siendo cuestionado desde dentro y será aislado en el extranjero.”
“Hasta ahora, Siria ha seguido a su aliado iraní, buscando la ayuda de Teherán en las tácticas de represión. Esto habla de la hipocresía del régimen iraní, que dice representar los derechos de los manifestantes en el exterior, pero suprime a su gente en casa. Recordemos que las primeras protestas pacíficas surgieron en las calles de Teherán, donde el gobierno trata brutalmente a las mujeres y los hombres, y arrojó a gente inocente en la cárcel.”
Este discurso fue precedido por una serie de nuevas sanciones que congelan los activos de los funcionarios sirios –desde el presidente a sus ministros implicados en la represión- que conllevan más una carga simbólica que efectiva. El presidente Al-Assad ha sobrevivido a más de diez años de sanciones de todo tipo, por lo que está acostumbrado y no deberían afectar su gobierno de manera directa; pero sí señalan la posibilidad de retornar al aislacionismo internacional que había sido superado en años recientes por Siria.
De la misma manera que el régimen sirio marcó un punto de inflexión el viernes 22 de abril -cuando desplegó una ola de violencia generalizada que dejo más de 120 víctimas en un solo día- la Casa Blanca le ha marcado a Damasco el límite de su tolerancia: se realizan las reformas políticas en orden o el régimen será aislado si se recurre a la violencia para sostener el status qou actual.
Aunque la agencia estatal siria de noticias–SANA- dijo que las sanciones son "parte de una serie de sanciones impuestas por la administración de EE.UU. contra el pueblo sirio como parte de las políticas regionales de EE.UU. que sirve de Israel”, esta afirmación no es consistente con el discurso de Obama donde EE.UU. criticó la política de Israel sobre el proceso de paz, le pidió un mayor compromiso en las negociaciones y manifestó su apoyo a los límites anteriores a 1967. Este tipo de acusaciones, junto a las teorías de los complots desde el exterior, pueden resultar funcionales dentro de Siria pero difícilmente puedan transformarse en argumentos para convencer a la comunidad internacional a la hora de justificar el uso de la fuerza contra civiles.
¿Qué se espera de Siria?
El discurso del presidente Barack Obama sobre el Oriente Medio señala un cambio estratégico en el pensamiento de Washington sobre Siria. El mensaje para el presidente Bashar al-Assad es que debe conducir una transición a la democracia o "salir del camino."
El gobierno sirio deberá acordar algún tipo de concesiones si desea permanecer en el poder, en este contexto la opción de la fuerza no resulta viable en el mediano y largo plazo. Es cierto que el régimen no va a negociar en pleno estado de conmoción y es por ello que se ha acordado tácitamente una tregua entre los manifestantes para darle tiempo al régimen a que implemente un plan de reformas; esta tregua no será para siempre y el gobierno no debería considerarla como un medio para dilatar los anuncios y la aplicación concreta de las medidas.
Los Estados Unidos y la Unión Europea han llevado adelante las principales sanciones condenando la represión en Siria, pero también Al-Assad ha enfrentado crecientes críticas regionales como las de su socio Turquía, que ha rechazado las explicaciones de Damasco sobre la violencia. Las sanciones llegan en un momento que el presidente Al-Assad está en pleno control de las manifestaciones y la oposición necesita de un impulso; dentro de este contexto difícilmente caiga el régimen sirio, pero el costo político que deberá pagar lo conducirá a considerar el mal menor: las reformas políticas o el aislacionismo internacional.
Los comentarios del presidente Obama llegan también en momentos donde se hacen más notorios los llamados a un cese en la violencia o enfrentarse con la posibilidad de una declaración de ilegitimidad de su gobierno; el paso previo a una posible intervención como sucedió en Libia. Los comentarios son también una señal de la reducción de la paciencia de EE.UU. para con el presidente Al-Assad, cuyas promesas de reformas se han visto demoradas y sustituidas por el uso de la fuerza.
“Mientras que Libia se ha enfrentado a la violencia en mayor medida, no es el único lugar donde los líderes han recurrido a la represión para mantenerse en el poder. Más recientemente, el régimen sirio ha elegido el camino del asesinato y las detenciones masivas de sus ciudadanos. Los Estados Unidos han condenado estas acciones, y el trabajo con la comunidad internacional se ha intensificado, incluidas nuestras sanciones al régimen sirio - anunciadas ayer contra el Presidente [Bashar] Al-Assad y los que le rodean.”
“El pueblo sirio han demostrado su valentía en la demanda de una transición a la democracia. El presidente Al-Assad tiene ahora una opción: él puede conducir esa transición, o salir del camino. El gobierno de Siria debe dejar de disparar a los manifestantes y permitir las protestas pacíficas, liberar a los presos políticos y cesar con las detenciones injustas; permitir que los órganos de Derechos Humanos a tengan acceso a ciudades como Daraa; e iniciar un diálogo serio para avanzar en una transición democrática. De lo contrario, el presidente Al-Assad y su régimen seguirá siendo cuestionado desde dentro y será aislado en el extranjero.”
“Hasta ahora, Siria ha seguido a su aliado iraní, buscando la ayuda de Teherán en las tácticas de represión. Esto habla de la hipocresía del régimen iraní, que dice representar los derechos de los manifestantes en el exterior, pero suprime a su gente en casa. Recordemos que las primeras protestas pacíficas surgieron en las calles de Teherán, donde el gobierno trata brutalmente a las mujeres y los hombres, y arrojó a gente inocente en la cárcel.”
Este discurso fue precedido por una serie de nuevas sanciones que congelan los activos de los funcionarios sirios –desde el presidente a sus ministros implicados en la represión- que conllevan más una carga simbólica que efectiva. El presidente Al-Assad ha sobrevivido a más de diez años de sanciones de todo tipo, por lo que está acostumbrado y no deberían afectar su gobierno de manera directa; pero sí señalan la posibilidad de retornar al aislacionismo internacional que había sido superado en años recientes por Siria.
De la misma manera que el régimen sirio marcó un punto de inflexión el viernes 22 de abril -cuando desplegó una ola de violencia generalizada que dejo más de 120 víctimas en un solo día- la Casa Blanca le ha marcado a Damasco el límite de su tolerancia: se realizan las reformas políticas en orden o el régimen será aislado si se recurre a la violencia para sostener el status qou actual.
Aunque la agencia estatal siria de noticias–SANA- dijo que las sanciones son "parte de una serie de sanciones impuestas por la administración de EE.UU. contra el pueblo sirio como parte de las políticas regionales de EE.UU. que sirve de Israel”, esta afirmación no es consistente con el discurso de Obama donde EE.UU. criticó la política de Israel sobre el proceso de paz, le pidió un mayor compromiso en las negociaciones y manifestó su apoyo a los límites anteriores a 1967. Este tipo de acusaciones, junto a las teorías de los complots desde el exterior, pueden resultar funcionales dentro de Siria pero difícilmente puedan transformarse en argumentos para convencer a la comunidad internacional a la hora de justificar el uso de la fuerza contra civiles.
¿Qué se espera de Siria?
El discurso del presidente Barack Obama sobre el Oriente Medio señala un cambio estratégico en el pensamiento de Washington sobre Siria. El mensaje para el presidente Bashar al-Assad es que debe conducir una transición a la democracia o "salir del camino."
El gobierno sirio deberá acordar algún tipo de concesiones si desea permanecer en el poder, en este contexto la opción de la fuerza no resulta viable en el mediano y largo plazo. Es cierto que el régimen no va a negociar en pleno estado de conmoción y es por ello que se ha acordado tácitamente una tregua entre los manifestantes para darle tiempo al régimen a que implemente un plan de reformas; esta tregua no será para siempre y el gobierno no debería considerarla como un medio para dilatar los anuncios y la aplicación concreta de las medidas.
Los Estados Unidos y la Unión Europea han llevado adelante las principales sanciones condenando la represión en Siria, pero también Al-Assad ha enfrentado crecientes críticas regionales como las de su socio Turquía, que ha rechazado las explicaciones de Damasco sobre la violencia. Las sanciones llegan en un momento que el presidente Al-Assad está en pleno control de las manifestaciones y la oposición necesita de un impulso; dentro de este contexto difícilmente caiga el régimen sirio, pero el costo político que deberá pagar lo conducirá a considerar el mal menor: las reformas políticas o el aislacionismo internacional.
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