Autoridades militares de Siria, dijeron que había comenzado la retirara de la sitiada ciudad de Daraa, sin embargo los residentes de la ciudad dijeron que los tanques, soldados y francotiradores que todavía permanecen restringen sus movimientos.
Pobladores de Daraa contaron que cerca de 40 tanques se habían retirado de la ciudad en la noche del miércoles, pero que las medidas de seguridad permanecen y las fuerzas de seguridad están ejerciendo un fuerte control en las calles de la cuidad donde se controla la identidad de las personas de la propia Daraa o de pueblos vecinos. Por otro lado se ha restaurado la electricidad y se han ampliado las detenciones -que llegaron solo el domingo 499 personas- y que están recluidos en el campo de fútbol de la ciudad vieja.
Las manifestaciones de los sirios en la capital han pasado a la clandestinidad después de que el ejército y las fuerzas de seguridad llevaron a cabo una redada al amanecer en Saqba –a las afueras de Damasco- arrestando a por lo menos 300 personas, residentes y activistas. El ataque fue el último de una ola de arrestos y detenciones en puntos neurálgicos de las protestas en Siria. Además, alrededor de 200 tanques rodearon la ciudad de Al Rastan -al norte de Homs- y parecen estar listos para entrar en cualquier momento al poblado; el mes pasado, manifestantes en Al Rastan destruyeron una estatua de ocho metros de altura de Hafez Al-Assad.
Las fuerzas de seguridad sirias están ampliando sus esfuerzos y operativos para sofocar los movimientos de protesta y todo parece indicar que la meta es contener las protestas en las diferentes ciudades evitando que Damasco se contagie del efecto. Aunque el aparato de seguridad del régimen sirio ha sido eficaz hasta el momento –en cuanto a contener las manifestaciones- el uso indiscriminado de la fuerza hacia los civiles tendrá un duro precio político para el presidente Bashar Al-Assad y también supondrá la condena internacional, abriendo peligrosamente el camino de las sanciones e inclusive de una intervención directa.
Las fuerzas de seguridad sirias están ampliando sus esfuerzos y operativos para sofocar los movimientos de protesta y todo parece indicar que la meta es contener las protestas en las diferentes ciudades evitando que Damasco se contagie del efecto. Aunque el aparato de seguridad del régimen sirio ha sido eficaz hasta el momento –en cuanto a contener las manifestaciones- el uso indiscriminado de la fuerza hacia los civiles tendrá un duro precio político para el presidente Bashar Al-Assad y también supondrá la condena internacional, abriendo peligrosamente el camino de las sanciones e inclusive de una intervención directa.
La presión que ejerce la declaración del Centro de Damasco para Estudios de Derechos Humanos (DCHRS) titulada "Diez días de Masacres", donde se indica el uso de francotiradores y cañones antiaéreos contra civiles desarmados, el bombardeo de casas en los barrios centrales -tales como Al-Mahata Daraa y Al-Balad- y la intimidación para desalentar cualquier tipo de manifestaciones, comenzará a ser cada vez más notoria y servirá para fundamentar las decisiones de los Estados europeos y norteamericano para justificar su participación en el escenario sirio.
Francia ya está trabajando con la Unión Europea sobre la aplicación de sanciones contra los dirigentes de Siria, pero aún no hay acuerdo sobre quién debe estar en la lista; el Ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, manifestó que existe la voluntad de adoptar sanciones muy rápidamente. La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el Ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, también discutieron las sanciones contra los dirigentes de Siria, debido a su violenta represión de los disturbios en el país y señalaron que estaban a punto de completar la lista de personas cuyos activos serán sancionados y remarcaron el interés de Francia por incluir en la lista al propio presidente sirio Bashar Al-Assad.
El Secretario General Ban Ki-moon, pidió hoy una investigación independiente de todos los asesinatos que se produjeron durante las manifestaciones que han sacudido a Siria en las últimas semanas y reiteró su llamamiento a poner fin a la violencia y la detención masiva de personas que participan en protestas pacíficas.
Ban expresó su profunda preocupación por las consecuencias humanitarias de la violencia en varias ciudades de Siria e instó a Assad a conceder inmediatamente el acceso a las Naciones Unidas para evaluar las necesidades de la población civil afectada.
El régimen del Presidente Al-Assad está reduciendo su espacio para negociar y para promover una reforma en orden de cara a asegurar la sustentabilidad en el poder, esta reducción de los márgenes trae aparejada una escalada en la violencia debido a la lógica que impera en el razonamiento del régimen: luego de las demandas satisfechas el próximo pedido será la salida del presidente y del partido Ba´ath, situación totalmente impensada desde el régimen.
Mientras que el presidente Al-Assad aumenta el uso de la fuerza y asegura –por la vía de la violencia- su cargo, debilita su posición interna como reformista e incrementa la presión internacional sobre sus acciones.
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