
El documento, de unas 3.000 palabras, exige una "disculpa clara y sincera" y la rendición de cuentas para organizaciones y personas que no permitieron las "protestas legítimas", y la indemnización de las familias de las víctimas de la represión. El documento no ataca al presidente u otras figuras del régimen por su nombre; además se insta al partido Ba'ath a una nueva ley de partidos políticos, aunque el partido mantendría unos 30 representantes sobre 100 en una futura asamblea de transición nacional. Los restantes setenta miembros serían nombrados por el presidente en consulta con los candidatos de oposición, lo que dejaría al régimen en una posición de poder.
El plan de trabajo está firmado por Louay Hussein y Abdelsalam Maan, principales intelectuales laicos del grupo Comité de Acción Nacional. Ambas figuras se reunieron con el vicepresidente, Farouk al-Sharaa, antes del último discurso de Al-Assad.
Durante una conferencia de prensa, Hassan Abdel-Azim, secretario general del Partido Árabe Socialista de la Unión y portavoz de la Congregación Democrática Nacional, anunció el jueves la creación del Órgano de Coordinación Nacional que representara a la oposición siria en el país y en el extranjero e hizo hincapié en que el cuerpo recién formado tiene como objetivo lograr cambios nacionales y la democracia en Siria.
La creación de este Órgano surge al mismo tiempo que se conoció esta hoja de ruta para una transición en Siria, pero el contexto no es tan simple. Si bien en todo momento la oposición se ha manifestado contraria a la injerencia exterior, ahora todo parece señalar que dicha intromisión solo se refería a una militar como sucedió en Libia a luz de este documento impulsado por EE.UU.
Siguiendo esta línea, la oposición ahora se muestra más fragmentada que antes y mucho más vulnerable. Las fragmentaciones previas derivaban del carácter local o externo de la misma, de su origen tradicional o si son de la nueva generación de opositores y ahora se suma la división entre los que consideran a esta opción como viable y aquellos que no quieren negociar bajo ningún concepto con Al-Assad en el poder y reprimiendo. Tal vez una iniciativa de este tipo hubiese sido viable en el contexto de las primeras marchas, pero luego de la represión del régimen sirio hacia los manifestantes, éstos han cambiado sus prioridades y los tiempos para negociar se han reducido.
Por otro lado, esperar a que el régimen se desgaste por medio de las deserciones en su ejército o que la élite empresaria sunita rompa su alianza con los alawitas no asegura ningún resultado. Mientras que EE.UU. se muestra dubitativo sobre su política hacia Siria, su abanico de opciones se reduce si tenemos en cuenta que la intervención militar no es una opción en el mediano plazo y las sanciones no tendrán resultados inmediatos mientras que el régimen continúa ejerciendo la fuerza contra los manifestantes.
Un ejemplo de ello son las nuevas sanciones impuestas por EE.UU. que solo implican a las figura políticas del gobierno como la Dirección Política de Seguridad de Siria -una de las cuatro ramas principales de las fuerzas de seguridad- por ordenar los abusos de los derechos humanos y al Jefe de la Inteligencia de la Fuerza Aérea; pero que no afectan directamente la economía del régimen. Si bien se supo que funcionarios de EE.UU. están tratando de ampliar las sanciones hacia el sector del petróleo y gas -con el objetivo de meter una cuña entre Al-Assad y la elite empresarial- para demostrar a la gente de negocios en Siria Al-Assad ya no puede ofrecer estabilidad, cada vez se posterga más su implementación.
Esta hoja de ruta representa una salida satisfactoria para EE.UU. –cabe preguntarse si lo es para Siria- ya que al asegurarle al régimen que se mantendrá en el poder, éste debería reducir su nivel de represión y Occidente recuperaría su confianza en Al-Assad –que ganaría más tiempo- para liderar reformas políticas a su conveniencia. Sin embargo, la conceptualización de la oposición entre “oficial” y “no-oficial” tal como se plantea en este modelo de convivencia política, no hace más que hipotecar el futuro en aras de estabilizar el presente.