El Primer Ministro turco, Recep Tayyip Erdoğan, recibió en Ankara a Hassan Turkmani, un enviado del presidente sirio Bashar al-Assad, para mantener conversaciones en un nuevo esfuerzo para convencer a Damasco de que inicie la reforma y ponga fin a la crisis.
La semana pasada, Erdogan había endurecido su tono, acusando al régimen sirio de perpetrar una "atrocidad" contra los manifestantes y calificó a la represión de "inaceptable". En una llamada telefónica al líder sirio martes, Erdogan le instó a "abstenerse de la usar la violencia y poner fin a la inestabilidad".
La semana pasada, Erdogan había endurecido su tono, acusando al régimen sirio de perpetrar una "atrocidad" contra los manifestantes y calificó a la represión de "inaceptable". En una llamada telefónica al líder sirio martes, Erdogan le instó a "abstenerse de la usar la violencia y poner fin a la inestabilidad".
Erdogan ha mantenido unas estrechas relaciones personales con Al-Assad en medio de un floreciente periodo de crecimiento bilateral entre Turquía y Siria en los últimos años, pero las insistentes llamadas de Ankara a Damasco para que inicie las reformas no han sido escuchadas hasta ahora. Erdogan también subrayó que sería útil elaborar un calendario de reformas, lo más pronto posible y ponerlas en práctica de manera urgente; Ankara ha insistido en que la transición democrática en Siria debe llevarse a cabo bajo la dirección de Al-Assad.
Erdogan también planteó su preocupación por las protestas frente a la embajada de Turquía en Damasco, donde unos 2.000 manifestantes marcharon a la embajada turca en Damasco el domingo y trataron de izar una bandera siria.
Erdogan también planteó su preocupación por las protestas frente a la embajada de Turquía en Damasco, donde unos 2.000 manifestantes marcharon a la embajada turca en Damasco el domingo y trataron de izar una bandera siria.
Si bien Turkmani afirmó que de los refugiados que huyen serían capaces de regresar a Siria pronto ya que su salida del país es por un corto período de tiempo y que estaba todo preparado para ellos comenzasen a regresar, en el terreno se verifica una situación completamente distinta. Se estiman que unos 8.000 sirios ya se han refugiado en las últimas semanas en los campamentos de Turquía como consecuencia de una ofensiva militar en el norte de Siria que también incluyó helicópteros militares.
Ahmet Davutoglu, canciller turco, negó las especulaciones de que Turquía dejase de aceptar a los refugiados, pero señaló que un inicio de reformas en Damasco reduciría la afluencia de refugiados a Turquía; Davutoglu teme que una escalada de violencia aceleraría el éxodo y por ello se está trabajando con la diplomacia para evitar esa situación
Davutoglu recorrió uno de los campamentos de refugiados en la provincia turca de Hatay, al otro lado de la ciudad siria de Jisr al-Shughour, a sólo 20 km de la frontera. Los medios de comunicación tienen prohibido -por las autoridades turcas- entrar en los campamentos ya que las imágenes de los sirios refugiados podrían en peligro a sus familias en casa.
Mientras Erdogan celebra una convincente tercera victoria consecutiva electoral y una década de crecimiento económico sin precedentes y una activa la política exterior, la inesperada primavera árabe amenaza con arruinar la fiesta, en particular la crisis humanitaria que se desarrolla en Siria.
La política regional del gobierno de Erdoğan de "cero problemas" ya no es sostenible en esta etapa del Medio Oriente. La multiplicidad de problemas emergentes -en la región y en Siria- demandan respuestas múltiples en vez de una unidireccional. Turquía tiene la oportunidad de asumir un papel activo dentro del escenario regional, mediante una iniciativa diplomática; pero a su vez no puede prescindir de la comunidad internacional que debe proporcionar su apoyo y los recursos necesarios para hacer frente a la inestabilidad siria.
Dentro de este escenario, Turquía debe desarrollar una estrategia diplomática que le permita mantenerse por encima de las disputas religiosas sunitas-chiitas-alawitas; ya que no solo está involucrada Siria sino que también toma cada vez más fuerza en la región el régimen teocrático iraní con el que Turquía no ha tenido conflictos históricamente.
La política regional del gobierno de Erdoğan de "cero problemas" ya no es sostenible en esta etapa del Medio Oriente. La multiplicidad de problemas emergentes -en la región y en Siria- demandan respuestas múltiples en vez de una unidireccional. Turquía tiene la oportunidad de asumir un papel activo dentro del escenario regional, mediante una iniciativa diplomática; pero a su vez no puede prescindir de la comunidad internacional que debe proporcionar su apoyo y los recursos necesarios para hacer frente a la inestabilidad siria.
Dentro de este escenario, Turquía debe desarrollar una estrategia diplomática que le permita mantenerse por encima de las disputas religiosas sunitas-chiitas-alawitas; ya que no solo está involucrada Siria sino que también toma cada vez más fuerza en la región el régimen teocrático iraní con el que Turquía no ha tenido conflictos históricamente.
Por otra parte, Turquía internamente tiene tensiones religiosas-políticas que se han distendido con la democracia pero que no han desaparecido; la democracia turca es el modelo deseado desde Occidente para el resto de los países árabes, el problema radica en que este modelo tomó décadas para instalarse en la sociedad turca en un proyecto a largo plazo, por lo que entre el corto plazo y el corto plazo las sociedades árabes enfrentarán más inestabilidad y conflictos que demandarán una participación más activa de actores regionales e internacionales.
Por ello, luego del triunfo electoral de Erdoğan, cabe esperar una política exterior turca más activa que deje de lado la actual pasividad, siendo Siria una posibilidad para mostrar este cambio y afirmar su papel de Estado dominante dentro de la región, en una suerte de política neo-otomanista en Oriente Medio.
Por ello, luego del triunfo electoral de Erdoğan, cabe esperar una política exterior turca más activa que deje de lado la actual pasividad, siendo Siria una posibilidad para mostrar este cambio y afirmar su papel de Estado dominante dentro de la región, en una suerte de política neo-otomanista en Oriente Medio.
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