El ejército sirio, pilar fundamental del poder alawita, si bien está mostrando pocas señales de las graves divisiones y deserciones en sus filas, el aumento en la frecuencia e intensidad de su utilización en la represión militar llevan a pensar en cuanto tiempo más resistirá este órgano estatal. Con una punta de lanza ofensiva basada en tanques, en la ciudad de Hama, el régimen sirio debe comenzar a preguntarse si cuenta con soldados leales y fuertemente armados -en cantidad suficiente- como para desplegarlos en varios lugares al mismo tiempo si surgiera la necesidad.
El mes del Ramadán, supone una alta movilización de las familias debido al carácter de las celebraciones que se reúnen por las noches en las cenas típicas del mes; este esfuerzo adicional podría poner a prueba severamente al aparato de seguridad sirio si además aumentan las protestas y las manifestaciones se dispersan por los centros urbanos más densamente poblados.
Algunos analistas coinciden en señalar que el patrón secuencial de las operaciones militares en contra de una serie de pueblos y ciudades en las últimas semanas mostró que el ejército no tiene suficientes tropas leales a desplegar de forma simultánea en todas partes. Otros analistas señalan que el ejército está mostrando signos de desplegarse más lentamente que en semanas anteriores, lo que sugiere que se tenga que hacer malabarismos con los números para reforzar las unidades suníes con las tropas de elite.
Algunos analistas coinciden en señalar que el patrón secuencial de las operaciones militares en contra de una serie de pueblos y ciudades en las últimas semanas mostró que el ejército no tiene suficientes tropas leales a desplegar de forma simultánea en todas partes. Otros analistas señalan que el ejército está mostrando signos de desplegarse más lentamente que en semanas anteriores, lo que sugiere que se tenga que hacer malabarismos con los números para reforzar las unidades suníes con las tropas de elite.
Este dato está reforzado por la utilización de los tanques de manera excesiva, que bombardearon la ciudad de Hama durante tres días, al cabo de los cuales recién se inició el asalto por parte de las tropas, muchas de las cuales llegaron en colectivos. Todo parece indicar que el peso de las operaciones lo están soportando los tanques y la artillería en vez de las tropas y milicias leales al régimen.
Por ahora, el régimen sirio puede estar confiando en la intromisión internacional como medio de distraer a la comunidad internacional se concentre en los actuales abusos a los derechos humanos contra su pueblo. Es imposible predecir lo que ONU va a hacer, pero la condena internacional hacia dichas operaciones es cada vez más importante. Hay indicios de que Rusia está cambiando su posición, al menos que se está viendo obligada a actuar detrás de escena, debido a la presión internacional y al exceso en el uso de la fuerza de su socio sirio. En este contexto, Al-Assad podrá disponer de su aparato de seguridad para utilizarlo en su propio beneficio, en vez de asegurarse la defensa nacional ante un hipotético inicio de operaciones similares a las que se desarrollan en Libia ya que las principales potencias no encuentran un punto de acuerdo al respecto.
En Siria, Libia y Yemen, los gobiernos autocráticos han sido capaces de emplear la fuerza para aplastar las revueltas porque se aseguraron que las unidades principales fuesen comandadas por los miembros de la familia gobernante. Esto le ha dado a las unidades militares entrenamiento y armamento adecuados para mantener el status quo y se neutraliza el riesgo de deserción potencial en tiempos de crisis. Las deserciones han fortalecido a los manifestantes y a los rebeldes, pero no han alterado significativamente el equilibrio de poder.
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