Valerie Amos acompañó a la Media Luna Roja Siria el miércoles en el distrito de Baba Amr, en Homs, del cual la mayoría de los residentes habían huido luego de los duros bombardeos del gobierno contra los civiles; Hicham Hassan, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), precisó que Amos entró a Baba Amr poco después de haber mantenido conversaciones el ministro de Relaciones Exteriores, Walid al-Moualem, en Damasco.
Amos había querido visitar Siria la semana pasada, pero se le negó el acceso. El largo retraso en garantizar el acceso de los organismos de socorro que tratan de entregar suministros y evacuar a los heridos ha alimentado la preocupación internacional por el destino de los sobrevivientes en el terreno; la incursión de la Media Luna Roja en Baba Amr, es la primera durante 10 días y parece coincidir con la visita de Amos.
Al mismo tiempo las denuncias de tortura y malos tratos por las fuerzas de seguridad sirias se han incrementado desde el sitio de Baba Amr; ONU indicó que había recibido material de archivo donde se muestran las torturas en un hospital estatal de Homs, lo que parece corroborar la emisión de imágenes por el Canal 4 del Reino Unido noticias de esta semana. El Consejo de Seguridad de la ONU ha comenzado a redactar una nueva resolución que pide "el acceso humanitario sin trabas" y "condena las continuas violaciones sistemáticas, generalizadas y flagrantes de los DDHH y las libertades fundamentales por parte de las autoridades sirias" aunque no estaba claro si tal resolución podría ser aprobada por los vetos anteriores de Rusia y China.
La visita de Amos no ha impedido que el régimen sirio continúe con sus operaciones de estabilización del país. Activistas antigubernamentales informaron que las fuerzas del gobierno estaban centrando su atención hacia el norte, concretamente en el área de Idlib en la frontera turca, el otro bastión de la resistencia armada. El Consejo Nacional Sirio (CNS), dijo en un comunicado que columnas de blindados y de transporte de tropas se dirigían hacia esa zona; al mismo tiempo el CNS condenó lo que llamó "el silencio internacional ante los crímenes continuados por las fuerzas de Al-Assad que apuntan a aplastar a las demandas del pueblo por la libertad."
Agentes de seguridad también extendieron sus operaciones en el suburbio de Qalamoun, cercano a Damasco, uno de varios lugares alrededor de la capital donde había manifestaciones y desde el martes se han realizado arrestos masivos; los servicios telefónicos fueron interrumpidos por lo que era difícil estimar la dimensión de los arrestos, además la electricidad sólo funciona durante cerca de nueve horas por día.
Por otra parte, el Secretario de Defensa de EE.UU., Leon Panetta, desestimó las demandas para una intervención militar contra Siria y ponerle así fin a represión del presidente Al-Assad contra los disidentes. Panetta precisó ante el Comité de Servicios Armados del Senado que no tenía sentido tomar medidas unilaterales en este momento ya que se sabía lo que debía lograrse con la misión pero no a qué precio.
Al testificar ante el Comité, el Gral. Martin Dempsey, advirtió sobre la petición del Senador McCain de lanzar ataques aéreos unilaterales de EE.UU. contra el régimen de Al-Assad, y dijo que entre las opciones militares están la ejecución de una zona de exclusión aérea y la ayuda humanitaria: a largo plazo, la campaña aérea sostenida plantearía un desafío porque las defensas aéreas de Siria son cinco veces más sofisticados que las de Libia sumado que el arsenal de armas químicas y biológicas de Siria es 100 veces mayor que la de Libia.
Ambos funcionarios coincidieron en señalar que la supresión de las defensas aéreas sirias demandaría un período de tiempo prolongado y un número significativo de aviones involucradas en un esfuerzo que tendría que ser liderado por EE.UU. Una de las complicaciones, que tanto Panetta como Dempsey señalaron, es la ubicación de las defensas aéreas sofisticadas en barrios populosos, por lo que si EE.UU. desata su poder militar aéreo en esas áreas podría significar decenas de muertes no intencionales que complicarían más aun la situación.
Suponiendo que EE.UU. liderase un esfuerzo bélico en el terreno, que no se opusiesen Rusia y China ni que Irán apoye al régimen sirio con aviones o misiles antiaéreos o que Al-Assad emplease armas químicas o bacteriológicas en un intento desesperado por mantenerse en el poder, los rebeldes en el terreno no tienen la capacidad para controlar grandes poblaciones ni pueden sostener operaciones prolongadas contra las fuerzas regulares sirias.
Los rebeldes son una amenaza directa al régimen sirio, pero no tienen la capacidad suficiente para provocar su caída ni son un factor gravitante con suficiente peso como para romper el actual punto muerto del Consejo de Seguridad; aunque existen esfuerzos regionales para armar a los rebeldes y encaminarlos hacia una confrontación más igualitaria con las fuerzas regulares, las dificultades prácticas para hacer esto sumado al debate de la intervención externa hacen inviable esta opción por el momento. Un punto significativo, para tener en cuenta además de los ya citados, son las divisiones entre los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) y el comité militar del CNS que buscará armas y el reconocimiento a finales de este mes en Estambul.
Dentro de este contexto, todo parece indicar que Al-Assad está logrando convencer a los Estados interesados en el conflicto que las salidas para el mismo no son muchas y que un escenario pos Al-Assad será más violento que el presente. El fantasma de Líbano de 1970-80 o el de Iraq pos Hussein es agitado con fuerza desde Damasco debido a las confrontaciones entre los sunitas y alawitas apoyados por los chiitas; a ello se suma que pocos Estados consideran que la oposición siria -profundamente dividida- sea capaz de gobernar Siria pos Al-Assad sin un líder creíble y evite una guerra civil.
La intervención militar o la inacción de la comunidad internacional no se pueden medir dentro de una relación costo-beneficio de sus miembros, tal como ha estado sucediendo, sino que se deben tomar las iniciativas en relación a los beneficios que éstas depararían para la sociedad siria; es por ello que cada actor tiene una opinión diferente y que entra en conflicto con otras aún dentro de los actores que se oponen al régimen sirio. Una intervención desacertada podría ser peor que la inacción mientras que la falta de una medida internacional para detener las violaciones a los DDHH en el terreno significará la aceptación las mismas atrocidades que cometió Hafez Al-Assad durante los ´80 en Hama.
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