Después de meses de interminables negociaciones, un equipo de expertos de ONU llegó el domingo a Damasco para iniciar su investigación sobre el supuesto uso de armas químicas en la guerra civil siria. Antes de la llegada de
los expertos, el vicecanciller sirio, Faisal Mekdad, dijo a que el gobierno
ofrecerá a los inspectores su plena disposición y "Le aseguro que, en
nombre de la República Árabe Siria, que vamos a cooperar plenamente con este
equipo y le proporcionaremos toda la información que tenemos y todas las
facilidades para llegar a una conclusión racional. Nuestro objetivo fundamental
es que este equipo puede hallar más información sobre el terreno, especialmente
sobre lo ocurrido en Khan Al-Assal, porque nosotros, como gobierno, no sabemos
de ningún otro caso que no sea el caso en el que las armas químicas fueron
utilizadas por los terroristas".
El Secretario General de ONU, Ban Ki-moon, insistió que los expertos deben tener acceso sin restricciones a los sitios sirios bajo investigación y agregó que "el gobierno y el resto de entidades sirias deben garantizar la seguridad de la misión." Ban dijo que los investigadores recogerán muestras, realizarán
entrevistas e interrogar a testigos, víctimas y al personal médico; Ban afirmó
que "Si se confirma, el uso de
armas químicas por cualquiera de las partes, en todos los casos deberán rendir
cuentas y constituiría un crimen internacional".
Ban también urgió acceso completo para el equipo de expertos a los sitios donde los supuestamente ocurrieron los ataques con armas químicas. El
Secretario General de ONU señaló que "Como lo he hecho con claridad en
muchas ocasiones, con el fin de establecer la credibilidad de los hechos, la
Misión debe tener pleno acceso a los sitios de los presuntos incidentes. Esto
incluye el acceso a los sitios reportados para llevar a cabo los análisis
necesarios y tomar muestras. También incluye entrevistas, exámenes de los
testigos así como la realización de los exámenes post-mortem".
Mientras tanto, las fuerzas del presidente sirio, Bashar Al-Assad, atacaron posiciones rebeldes en la ciudad oriental de Deir Al-Zor un díadespués que los avances rebeldes amenazaban con ocupar toda la ciudad. Deir Al-Zor
es capital de la provincia, a orillas del Éufrates y a 430 kilómetros al
noreste de Damasco, es una vasta región que produce petróleo en la frontera con
Irak; la mitad de la provincia cayó a los rebeldes hace un año, pero las
fuerzas de Al-Assad han recuperado varios distritos en el oeste de la ciudad y
en el aeropuerto local. Una coalición rebelde liderada por un grupo de
yihadistas qatarí –ligado al grupo Jabhat Al-Nusra- capturó el distrito de Al-Hawiqa
la semana pasada, aprovechando los complejos de seguridad y la sede del partido
gobernante Baa’th.
Con la llegada del equipo de inspección de armas químicas de la ONU a
Siria, muchos sirios comenzaron a preguntarse si la comunidad internacional está buscando un pretexto para intervenir militarmente en Siria, tal como sucedió en 2003 cuando EE.UU. invadió a Irak bajo el pretexto de las armas
químicas. Desde el año pasado, EE.UU. y varios países europeos han expresado
sus temores sobre la posibilidad que ese arsenal químico "caiga en las
manos equivocadas" si el gobierno sirio es depuesto por los rebeldes yihadistas;
Israel también dijo que tiene planes de intervención para asegurar esos
arsenales en caso de un "colapso del régimen."
Los primeros relatos del ataque sugieren que se empleó gas de cloro, pero informes posteriores de las agencias de Inteligencia occidentales -basados en entrevistas con víctimas que fueron sacadas de contrabando por los rebeldes- indicaron los agentes nerviosos como el sarín, el gas utilizado por los miembros de la secta japonesa Aum Shinrikyo para atacar el subte de Tokio en 1995.
Pero después de seis meses y un verano caliente, ninguna sustancia seguirá siendo lo que fue: el cloro se disipa inmediatamente y el sarín se evapora en la misma proporción de agua, y aunque puede dejar una firma química única su presencia es detectable una sola vez en la zona. Dicho esto, sería imposible determinar evidencia de estos componentes y mucho menos determinar si es un arma de sarín o simplemente fue una explosión en un depósito de sustancias químicas tóxicas. Los expertos forenses que investigaron el atentado de Tokio fueron capaces de encontrar rastros de gas sarín en una granja australiana -propiedad de la secta japonesa- 18 meses más tarde, pero no pudieron confirmar si se trataba de un experimento de laboratorio o producción a gran escala.
Cualesquiera que sean los resultados de esta limitada y parcial investigación, es poco probable que cambie sustancialmente la situación en Siria. Luego que el presidente de EE.UU., Barack Obama, trazó la "línea roja" que forzaría la intervención de EE.UU. frente al uso de armas químicas, todo indica que solo se ejecutaría tal decisión como último recurso.
El contexto regional con Egipto, Libia, Líbano e Iraq
desestabilizados y convulsionados no es el mejor escenario para una respuesta
internacional que implique una intervención militar directa; el resultado, sea cual
sea, solo dispararía algún tipo de sanción o condena internacional, pero no
mucho más. Incluso si fuera cierto que el régimen sirio utilizó armas químicas
de manera limitada, ni Obama ni sus pares europeos o árabes están realmente
dispuestos a subir la apuesta en una guerra que ya ha demostrado ser impredecible
y cuya solución no se vislumbra en el horizonte.
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