jueves, 29 de septiembre de 2011

Nuevo proyecto europeo para Siria será analizado en el Consejo de Seguridad




Los miembros europeos del Consejo de Seguridad suavizaron un proyecto de resolución que condena la represión de las protestas en Siria, pero Rusia sugirió que aún no puede apoyar el nuevo texto. Los cuatro miembros europeos del Consejo pusieron sus esperanzas para que el proyecto sea votado el viernes; EE.UU. se espera que lo apoye pero la incógnita es la respuesta de los cinco "BRICS" -Rusia, China, Brasil, India y Sudáfrica- que mantienen sus diferencias a pesar de las arduas negociaciones de los últimos meses.

Vitaly Churkin, embajador ruso ante la ONU, sin embargo sugirió que las revisiones no son suficientes para satisfacer a Moscú y señaló que no era optimista antes de entrar a una reunión a puertas cerradas del Consejo de Seguridad para debatir el proyecto europeo. Consultado sobre si los europeos habían tenido suficientemente en cuenta las preocupaciones de Rusia, dijo: "No, no lo hicieron."

La última versión de la resolución muestra que los europeos quitaron una referencia a la recomendación de la Alto Comisionado de DDHH de ONU, Navi Pillay, establecía la posibilidad de remitir represión del gobierno sirio a la Corte Penal Internacional. Pero mantiene una cláusula a favor de los deseos europeos, donde se estipula que si el gobierno sirio no cumple con las demandas para detener todas las operaciones militares contra la población civil, las sanciones de la ONU podrían seguir.

El proyecto de resolución que la llamada del consejo para "una sociedad inclusiva siria liderada por el proceso político llevado a cabo en un ambiente libre de violencia, el miedo, la intimidación y el extremismo, y dirigido a abordar con eficacia a las legítimas aspiraciones y preocupaciones de la población de Siria". La idea de que la oposición comparte la culpa por la violencia con el gobierno del presidente Bashar al-Assad es algo que las naciones occidentales hasta ahora han rechazado con vehemencia.

Una intervención militar no es vista como una opción en Siria, ya que la situación es diferente al escenario libio por muchos motivos: hay pocas intenciones de propiciar una intervención militar para impulsar la caída de Al-Assad; la Liga Árabe se opuso al gobierno de Gaddafi cuando se comprometió a buscar a los opositores "calle por calle, casa por casa" y ello motivó a impulsar al Consejo de Seguridad a actuar en marzo pasado sin el veto de Rusia o China. Sin embargo, las revoluciones de la “primavera árabe” son los iguales y mientras que algunas han tenido éxito hasta ahora -Túnez, Egipto y Libia- otras están en marcha -Siria, Yemen y Bahrein- con resultados inciertos.

Rusia se ha quejado de que la campaña de la OTAN en Libia, que fue decisiva en el derrocamiento de Gadafi, excedió el mandato de la Resolución 1973 que exigía el uso de "todos los medios" para proteger a los civiles. Por ello, una resolución en el Consejo de Seguridad que incluya las demandas los europeos, llevará inexorablemente a Moscú a desconfiar.

Michel Kilo, destacado activista sirio, señaló que el Consejo Nacional de Siria está a favor de la intervención extranjera para resolver la crisis en Siria, mientras que los elementos internos de la oposición no lo están. Kilo dijo que si la idea de la intervención extranjera es aceptada, el país se dirigiría hacia una Siria pro-estadounidense y no a un estado libre y soberano, agravando el problema ya que el país caería en la violencia armada y el conflicto inter religioso.

El Consejo Nacional de Siria (CNS) se compone de 140 personas, la mitad de los cuales viven en Siria y está dominado por la Hermandad Musulmana –grupo islámico prohibido en Siria- e incluye a notables liberales. París y Washington han recibido que el CNS está respaldada por los Comités de Coordinación Local, una red contra el régimen en Siria.

Sin embargo el cambio significativo es que los grupos de la oposición siria están llamando por primera vez a una intervención internacional para proteger a los civiles de la ofensiva militar del régimen de Assad, incluyendo el establecimiento de una zona de no vuelo respaldada por Naciones Unidas. Entre los europeos y americanos hay pocas ganas de repetir el tipo de campaña aérea de la que ayudó a derrocar a Muamar Gadafi el mes pasado; pero los diplomáticos de los principales gobiernos árabes discuten cada vez más la posibilidad de algún tipo de intervención humanitaria, ya que el conflicto sirio sigue alimentándose con la muerte de civiles.

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