El Patriarca cristiano maronita de Líbano, Rai Bishara, señaló que los cristianos de Siria no son compatibles con el régimen del presidente Bashar Al-Assad, pero sí quieren estabilidad en su país devastado por la guerra; a una semana de la llegada al Líbano del Papa Benedicto XVI, Rai señaló que "Les digo a los occidentales que dicen que los cristianos están con el régimen sirio que no estamos con los regímenes, sino con el Estado y eso es una gran diferencia”. Rai, a una semana antes de la llegada al Líbano del Papa Benedicto XVI, dijo que "En Irak, cuando Saddam Hussein fue removido, perdimos un millón de cristianos. ¿Por qué no? Porque la caída del régimen dejó un vacío de poder. En Siria es lo mismo, los cristianos no apoyan al régimen, pero tienen miedo de lo que pueda venir después."
El número de cristianos en Irak cayó de casi un millón -bajo el régimen de Saddam- a 4.000 en la actualidad, a raíz de una ola de ataques mortales por parte de grupos extremistas islámicos que provocó un éxodo de los cristianos. La Primavera Árabe ha asustado a muchos cristianos, que son una minoría en los país del Medio Oriente y están preocupados por su supervivencia debido a la declinación de la naturaleza multi-religiosa del cambio en la región; los cristianos sirios constituye una de las más antiguas comunidades de Medio Oriente, en Siria, a pesar solo representan el 5% de una población de 22 millones, con la llegada al poder del partido alawita Baa’th han gozado de libertad religiosa.
El presidente egipcio Mohamed Morsi, y máximo dirigente de la Hermandad Musulmana egipcia, dijo ayer que los países árabes son los responsables del derramamiento de sangre en Siria e instó a los países a actuar con rapidez. El Ministerio de Relaciones Exteriores sirio criticó la posición egipcia y señaló que "Lo que ha dicho Morsi es parte de la iniciativa mediática que pretende agravar la violencia en Siria y por lo tanto no hay diferencia entre él y otros gobiernos que apoyan a los grupos terroristas armados con dinero, armas y formación, que les han hecho socios en el derramamiento de la sangre siria".
Círculos políticos en Washington señalan que "no hay votos para Siria", en clara referencia a que no habría ganancias políticas internas en caso de una política más contundente de EE.UU. para Siria; aparte de los senadores John McCain y Joseph Lieberman, son pocos los que plantear la cuestión en Washington y ahora con la carrera presidencial en pleno desarrollo poco importa lo que sucede en Damasco. Por ello es que si hay alguna acción de EE.UU. en Siria, será el próximo año, una vez que la elección presidencial se ha terminado y, de hecho, en Medio Oriente todos esperan a ver quien resultará electo presidente en EE.UU. para decir finalmente las estrategias regionales.
Por ello no sorprende que los rebeldes en Aleppo sigan resistiendo el embate de los MIG del gobierno, que virtualmente partieron la ciudad en dos, estabilizando las líneas de control y los frentes de combate. La forma en que la ciudad se ha dividido entre los distritos sunitas -en gran parte en manos de los rebeldes- y las zonas kurdas cristianos, alawitas y otras etnias siguen en su mayoría controladas por las fuerzas de Assad, y esto refleja las dificultades de la oposición para ganar los corazones no sunitas y el creciente temor que significaría un intolerante Estado islámico sunita.
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