viernes, 18 de febrero de 2011

Los cambios en el Medio Oriente y la inmunidad de Siria

A una semana de la caída del gobierno del presidente Mubarak en Egipto y con el efecto domino iniciado en Túnez y ahora extendido desde Marruecos a Irán, Siria parece ser inmune a esta ola de cuestionamientos sociales y políticos. Los factores que llevaron a las distintas sociedades a manifestarse en las calles, algunos son compartidos por Siria y otros no, de allí que la situación siria presenta particularidades que no han generado masivas demostraciones.

El pasado 4 de febrero, desde el sitio Facebook, la oposición desde fuera del país convocó a un "Día de Ira" en Siria, tal como se había hecho en Túnez y Egipto, pero la única presencia en las calles fue la de la policía secreta. La Declaración de Damasco por el Cambio Democrático Nacional, una coalición de activistas de la oposición local en Siria, elogió la revolución de Túnez el mes pasado, pero no aprobó el llamado del 4 de febrero al que se calificó de llamado de gente que se esconde detrás de Facebook.

El activismo político sirio no se redujo durante el gobierno de Bashar Al-Assad, sino que mucho antes, cuando en la década de los ´80 un de la Hermandad Musulmana sunita dejó muertos y encarcelados; en consecuencia, la gente se ha despolitizado o no está interesada en hablar de política sino de las condiciones diarias. Otro factor reciente que contribuyó a la despolitización, fue la Guerra de Iraq en 2003; la sociedad siria vio de primera mano la caída del régimen de Saddam Hussein y la posterior debacle político-social que siguió con la administración norteamericana. El razonamiento dominante es mejor mantener el actual status quo social a una guerra civil.

Otro factor que sirvió para reducir las tensiones internas es la política exterior de Al-Assad. Su política hacia Israel y el aislacionismo planteado por la administración Bush junto a la serie de alianzas estratégicas llevadas adelante por Siria para superar el bloque americano ha sido bien recibida por la sociedad, que percibe por ejemplo, a la llegada del embajador norteamericano como un triunfo del régimen por sobre EE.UU.

A pesar de ello, una serie de factores llevan a pensar en mediano y largo plazo acerca de la estabilidad siria.

La falta de oportunidades económicas y políticas para los jóvenes de Siria están entre las principales vulnerabilidades del régimen. La tasa de desempleo se estima en alrededor del 20% y la disminución de los ingresos del petróleo llevó a los funcionarios a considerar la eliminación de los subsidios –luego desestimada-, además los niveles de corrupción de las empresas públicas hace que los puestos de trabajo sean utilizados de manera clientelar.

Si bien el crecimiento de la economía es notable y el Presidente Al-Assad está reformando el modelo económico que ahora permite la inversión privada extranjera -como sucede con los capitales del Golfo- la duda radica sobre cuánto tiempo dispone el gobierno antes de que se agote la paciencia de los jóvenes.

En el corto plazo, se espera que el régimen implemente más subsidios sobre los productos báscio, mientras que la prohibición de Facebook fue suspendida y se ha anunciado el inicio de una campaña contra la corrupción y reformas políticas puntuales.

El Medio Oriente está en una etapa de cambios y será muy difícil aislarse de esta tendencia. La única alternativa al respecto es si los cambios se hacen de manera ordenada o mediante una revolución. La oposición siria parece inclinarse por cambios que sean originados desde el gobierno y que lleven a una transición paulatina, frente a la alternativa que supondría el caos generalizado por las diferentes religiones y etnias que viven en Siria.

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