viernes, 24 de mayo de 2013

El resultado de Ginebra está decidido


Crece la disputa sobre si se debe incluir a Irán en las negociaciones propuestas para ponerle fin a los combates en Siria, esta controversia dificulta los esfuerzos de EE.UU. y sus aliados para presentar un frente unido contra el régimen del presidente Bashar Al-Assad. La cuestión se complica aún más, por una serie de conflictos que plantean obstáculos adicionales a la mera convocatoria de las conversaciones de paz, incluyendo la enemistad entre los sunitas sirios y los vecinos de mayoría chiita, la rivalidad entre EE.UU. y Rusia, las divisiones étnicas y sectarias dentro de Siria y la hostilidad entre EE.UU. e Irán.

Irán está ayudando a que Al-Assad se mantenga en el poder, proporcionándole armas y combatientes para reforzar las fuerzas de su régimen; algunas fuerzas iraníes se han unido a la lucha, así como los milicianos libaneses de Hezbollah -respaldados por Irán- que dependen de Siria para el paso de armas hacia Líbano. La caída del régimen de Al-Assad podría frenar el poder regional de Irán, en particular, su creciente influencia en Irak, Siria y Líbano; los Estados sunitas que respaldan a los rebeldes sirios -como Arabia Saudita y Qatar- se sienten amenazados por el Irán chiita y son hostiles al régimen sirio. En este contexto los aliados árabes no cederían a favor de Al-Assad ni los iraníes apoyarán una salida que debilite sus intereses regionales.

Bajo una intensa presión internacional para que resuelvan sus divisiones internas por su papel significativo en las negociaciones, la Coalición Nacional se reunió en Estambul para elegir a nuevos líderes; figuras de la oposición de alto rango dijeron que era probable que la Coalición asista a la conferencia, pero dudaban que se produzca cualquier acuerdo para Al-Assad deje el poder -demanda central de la oposición- y Khaled Al-Saleh, portavoz de la Coalición, dijo que querían evitar participar en un proceso de paz indefinido sin Al-Assad ceda ningún poder. Gran parte de la frustración de los aliados se debe a que la Coalición ha tenido problemas para ponerse de acuerdo en elegir un líder desde que dimitió en marzo Moaz Al-Khatib.

Aleksandr Lukashevich, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, dijo que en principio el gobierno sirio ha aceptado participar en la conferencia de paz internacional coordinada por Rusia y EE.UU., pero citó "factores de complicación" que estaban minando los esfuerzos para negociar el fin a la violencia; concretamente el funcionario ruso se refería a la resolución aprobada por mayoría en la Asamblea General de ONU, pidiendo una transición política para terminar con la guerra civil, poniendo la carga sobre el gobierno sirio para detener la matanza.

Lukashevich añadió que el gobierno sirio ha mostrado una actitud constructiva, sin embargo, Moscú dudaba que los representantes de la oposición siria se uniesen a las conversaciones ya que "Ellos están usando un nuevo requisito, el de la renuncia del presidente Bashar Al-Assad y proponen la formación de algunos gobiernos, bajo los auspicios de la ONU. En términos generales, están haciendo todo lo posible para diluir la idea de la conferencia y cancelar los principios del acuerdo de Ginebra." Louay Safi, miembro de la Coalición, le contestó al funcionario ruso que "Hay una falta de claridad. ¿Qué significa "en principio"? El mismo Al-Assad tiene que decir que quiere participar en las negociaciones y que él está dispuesto a hacer lo necesario para una transición a la democracia y la transferencia de poderes”.

La oposición ha sostenido que sólo se puede entrar en las conversaciones si se garantiza la salida del presidente Al-Assad, antes o como resultado de las conversaciones; desde la oposición se tratará de establecer un gobierno rebelde encabezado por el Primer Ministro interino, Ghassan Hitto, pero este punto está fuera de la realidad. Al-Saleh informó que aún no tienen la lista de los asistentes, no se sabe que países van a asistir, ni cuál será el orden del día o de lo que se propone y mucho menos cuáles son los objetivos finales de la Cumbre; en este contexto las probabilidades de arribar a una solución se diluyen y el pesimismo es inevitable.

Las hipótesis subyacentes son que Rusia puede "presionar" Al-Assad o a sus representantes, para que asistan a esta confabulación, y que EE.UU. puede hacer lo mismo con los brazos políticos y militares de la oposición siria – la Coalición Nacional Siria y el Supremo Comando Militar del Ejército Libre Sirio , del Gral. Idriss- aunque ninguno de los dos últimos organismos existían cuando el acuerdo de Ginebra fue firmado por primera vez. Pero la gran diferencia radica en que Idris se ve obligado a pedir más armamento, ya no para superar el poderío del régimen sirio, sino al menos para equilibrar los combates.

Una regla de oro en los conflictos del Medio Oriente es que, cada vez que se anuncian conversaciones de paz, cada lado intensifica la lucha para tomar tanto territorio como sea posible antes que la línea de alto el fuego sea establecida; esta lucha por la posición es lo que sucede ahora en Siria, en el período previo a las negociaciones previstas en Ginebra para junio. Pero la lucha en el suelo es tan intensa y la demanda de armas adicionales es tan grande, que un escéptico puede preguntarse si las conversaciones de Ginebra tendrán lugar, lo cierto es que ambas partes pueden que tengan que luchar un poco más antes de que estén listos para hablar. Es evidente que ninguna de las partes quiere negociar desde la debilidad: el régimen sirio recibió más armas rusas y el apoyo de Hezbollah para tomar el control de Qusayr. Al-Assad es duro sobre la transición, ya que quiere quedarse en el poder hasta el pueblo sirio vote en las elecciones.



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