viernes, 10 de mayo de 2013

Las contradicciones de la conferencia sobre Siria


Rusia y Gran Bretaña acordaron hoy para trabajar en pro de un gobierno de transición en Siria, a pesar de las diferencias en su enfoque sobre la guerra civil; El PM británico, David Cameron, dijo tras reunirse con el presidente ruso, Vladimir Putin, en el balneario del Mar Negro de Sochi que habían acordado "que, como miembros permanentes de ONU debemos ayudar a impulsar este proceso". Cameron sostuvo que los esfuerzos internacionales "no sólo llevarán al régimen y a la oposición juntos a una mesa de negociación, sino que Gran Bretaña, Rusia, EE.UU. y otros países están ayudando a dar forma a un gobierno de transición en el que todos los sirios pueden confiar para protegerlos."

La reunión de hoy es uno de las pocas oportunidades en la que mandatarios de ambos Estados se han encontrado cara a cara, las relaciones entre el Reino Unido y Rusia fueron tensas después de la muerte del disidente ruso Alexander Litvinenko, en Londres en 2006. No hubo reuniones entre Putin y los ministros británicos de alto nivel en el período que siguió; la presente reunión -prevista desde hace algunas semanas- es parte de la serie de conversaciones de líderes del G-8, antes de la cumbre en Irlanda del Norte, el próximo mes.

Sergei Lavrov, Ministro de RREE de Rusia, dijo que debido a la alianza a largo plazo con el presidente sirio Bashar Al-Assad, era que se estaba completando la entrega de misiles tierra-aire a Siria; en Varsovia Lavrov precisó que "Rusia no tiene la intención de vender, Rusia ha vendido hace mucho tiempo, y está completando los suministros de los equipos -que son los sistemas antiaéreos- de acuerdo con los contratos ya firmados". Anteriormente, Lavrov había dicho que Moscú no tenía intención de vender su avanzado sistema S-300 de defensa aérea a Siria, pero dejó abierta la posibilidad de que podría enviarle dichos sistemas a Damasco, en virtud de un contrato pre-existente.

La Alto Comisionado de ONU para los DDHH, Navi Pillay, pidió medidas urgentes luego que se conocieron las imágenes de una supuesta masacre en el pueblo sirio occidental de Bayda; Pillay las calificó de “espantosas y parecen indicar una campaña dirigida a comunidades específicas, percibidas como apoyo de la oposición." El Departamento de Estado de EE.UU. dijo que Washington estaba "consternado por los terribles informes de los muchos civiles muertos en el ataque" y condenó las atrocidades allí sucedidas. Bayda está habitada principalmente por sunitas -que dominan el movimiento rebelde- y la oposición siria acusó la semana pasada a las fuerzas leales a Al-Assad de matar a por lo menos 150 civiles en Bayda.

Pillay, señaló mediante un comunicado, que "El carácter cada vez más brutal del conflicto hace imprescindibles los esfuerzos internacionales para detener el derramamiento de sangre"; la funcionaria de ONU reconoció el trabajo de EE.UU. y Rusia para convocar una conferencia internacional que ponga fin a la guerra civil, pero hizo hincapié en la urgencia de dicho proceso para que se frenen las matanzas. La declaración de Pillay refleja la preocupación, sobre la tibia respuesta internacional, a los informes de la masacre Bayda y que la indignación fuera de Siria se desvanecía bajo el bombardeo incesante de las historias de terror del país.

La Hermandad Musulmana fue el grupo más fuerte de la oposición siria, cuando comenzó la sublevación en marzo de 2011, pero se basa totalmente en el exilio y esto no le ha permitido enraizarse en la insurgencia siria; por ello la Hermandad ejerce su influencia en Siria a través de una red de alianzas informales con figuras islamistas y comandantes rebeldes, a través de conexiones familiares y organizaciones de caridad "independientes”, pero no representa un grupo viable para hacerse cargo del poder. Las divisiones internas, entre la rama de Hama y la de Aleppo, debilitaron su poder desde el principio forzándola a aliarse con los grupos islámicos; pero ahora con el salafismo-yihadismo extranjero, la Hermandad optó por un enfoque islamista moderado y busca responder a las preocupaciones acerca de su ideología: desde 2011, ha colaborado sistemáticamente con los grupos seculares, en favor de la democracia multipartidista, y ha trabajado con los principales marcos de la oposición, como el Consejo Nacional Sirio, la Coalición Nacional de la Revolución Siria y las fuerzas de oposición, y el Ejército Libre de Siria.

Las diferencias entre el Reino Unido y Rusia sobre Siria están lejos de acercarse a un punto en común: Rusia sigue siendo aliado del régimen sirio mientras que el Reino Unido considera que no puede haber solución a la guerra civil, mientras Al-Assad conserve el poder. Además Londres dejó en claro que seguirá presionando para ponerle fin al embargo de armas impuesto por la UE para Siria, lo que bloquea el suministro legal de armas a los grupos rebeldes.

Siempre es dudoso que una iniciativa de diálogo pueda estar dentro de los planes de Al-Assad, más aun luego de su discurso en el Teatro de la Ópera de Damasco del 6 de enero de 2013. Pero en cualquier caso, Al-Assad efectivamente abandonó el llamado al diálogo en una serie de entrevistas que concedió a medios de comunicación británicos, turcos y sirios a partir de marzo; en su lugar, cuestionó en varias ocasiones, la cohesión de la oposición y de carácter representativo, preguntando retóricamente: "¿Quién va a ser invitado a la conferencia de diálogo nacional, y sobre qué base? ¿Está la representación relacionada al número de miembros de un partido en concreto?

En este contexto, donde la oposición está fragmentada y los líderes rebeldes son radicales extranjeros que responden a las órdenes de los Estados del Golfo –o peor aún, a Al-Qaeda-, las potencias con intereses en Siria que no ceden en sus prerrogativas se le debe sumar que el gobierno sirio nunca tuvo como meta un marco de diálogo genuino con la oposición; en medio de las tensiones entre los diferentes actores se encuentra la población que observa como aumenta la tasa de muertos, desplazados internos y refugiados en los países vecinos.

El conflicto sirio empeorará considerablemente antes de que los principales grupos estén dispuestos a negociar en serio; aun suponiendo que se decida adelantar la elección presidencial, prevista para mayo de 2014, ello no quiere decir que Al-Assad no podría eventualmente ser un desafío para los candidatos de la oposición, ya que una porción significativa de la sociedad lo apoya por la decepción y el descontento que suponen los actos vandálicos de los rebeldes o el peligro de una limpieza étnica a manos de los grupos extremistas.


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