Rebecca Santana – AP
19-07-2010
El clérigo iraquí anti-americano, Muqtada al-Sadr, tomó una medida poco común este lunes, cuando se reunió públicamente en Siria, con el hombre que ocupa el cargo que Al- Sadr desea, el primer ministro iraquí Nouri al-Maliki.
Las conversaciones entre Al-Sadr, que es nominalmente aliados con al-Maliki, y el ex primer ministro Ayad Allawi, quien encabeza la coalición sunita Iraqiya - fuertemente respaldado por EEUU – pareció demostrarle a al-Maliki que al-Sadr mantiene sus opciones abiertas, y que estaba a punto a llegar a un acuerdo político firme entre los dos.
Al-Sadr rara vez viaja fuera de su base de operaciones en Irán, donde vive en un exilio autoimpuesto. Sus seguidores ganaron 39 escaños de 325 escaños en el parlamento en las elecciones nacionales de Irak en marzo, dándole una considerable influencia sobre quién sea el próximo primer ministro.
Tras la votación, Al-Sadr se unió a una coalición con la lista de al-Maliki, pero el odio profundamente arraigado que muchos sienten hacia el primer ministro en el territrio de Al-Sadr - quien encarceló a miles de sus seguidores – habían estancado cualquier evolución posterior de alianza.
En Damasco, Al-Sadr y Allawi aparecieron uno después del otro después de su reunión - un desarrollo sorprendente teniendo en cuenta la animosidad del pasado entre los dos - y una clara señal de la frenética actividad en la escena política del Iraq de que todas las opciones están sobre la mesa cuando se trata de la formación de un nuevo gobierno.
19-07-2010
El clérigo iraquí anti-americano, Muqtada al-Sadr, tomó una medida poco común este lunes, cuando se reunió públicamente en Siria, con el hombre que ocupa el cargo que Al- Sadr desea, el primer ministro iraquí Nouri al-Maliki.
Las conversaciones entre Al-Sadr, que es nominalmente aliados con al-Maliki, y el ex primer ministro Ayad Allawi, quien encabeza la coalición sunita Iraqiya - fuertemente respaldado por EEUU – pareció demostrarle a al-Maliki que al-Sadr mantiene sus opciones abiertas, y que estaba a punto a llegar a un acuerdo político firme entre los dos.
Al-Sadr rara vez viaja fuera de su base de operaciones en Irán, donde vive en un exilio autoimpuesto. Sus seguidores ganaron 39 escaños de 325 escaños en el parlamento en las elecciones nacionales de Irak en marzo, dándole una considerable influencia sobre quién sea el próximo primer ministro.
Tras la votación, Al-Sadr se unió a una coalición con la lista de al-Maliki, pero el odio profundamente arraigado que muchos sienten hacia el primer ministro en el territrio de Al-Sadr - quien encarceló a miles de sus seguidores – habían estancado cualquier evolución posterior de alianza.
En Damasco, Al-Sadr y Allawi aparecieron uno después del otro después de su reunión - un desarrollo sorprendente teniendo en cuenta la animosidad del pasado entre los dos - y una clara señal de la frenética actividad en la escena política del Iraq de que todas las opciones están sobre la mesa cuando se trata de la formación de un nuevo gobierno.
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